Heridas de guerra
Camino a Estambul se sitúa cuatro años después de la sangrienta batalla de Galípoli que se disputó en la Primera Guerra Mundial. Por un lado el Imperio Otomano. Por el otro, la alianza entre soldados australianos, neozelandeses, franceses y británicos. El resultado es el de siempre: miles de muertos y heridos y muchas historias sin cicatrizar.
Joshua Connor (Russel Crowe) es un granjero australiano que a través de la radiestesia busca agua subterránea para poder subsistir en un lugar completamente árido. Joshua tiene una familia incompleta: sus hijos fueron a combatir en Galípoli y nunca más volvieron, ante esta ausencia, su esposa decide quitarse la vida. A partir de ese momento, Connor sale a buscar a sus hijos para poder enterrarlos junto a su madre y así poder cumplir la promesa que le hizo en su lecho.
La historia se desarrolla casi en su totalidad en Turquía y acá es donde entra en juego la hermosa fotografía de Andrew Lesnie quien, de alguna forma, se lleva un gran porcentaje de los puntos positivos que tiene la película. El vestuario y la ambientación también están muy bien logrados. Es un film redondo en cuanto a lo estético.
La trama es distinta a otras películas bélicas. Hollywood nos tiene (mal) acostumbrados a la figura del héroe que salva a la patria y que los que atacan a su país son los malos, por lo que se crea un estereotipo de gente sin corazón que no tiene ni madre, ni padre, ni hijos que están esperando que regresen y siempre terminan justificando su accionar bélico en post de una nación libre y la propaganda yankee pro guerra queda expuesta sin ningún tipo de mensaje encubierto. En The Water Diviner, el giro se encuentra en que de alguna forma se muestra que del otro lado también hay pérdidas, también hay una humanidad, que de ambos “bandos” hay hombres buenos y malos.
Hay una pequeña subtrama amorosa (o intento de) que se da entre Connor y Ayshe (Olga Kurylenko) la dueña de un hotel en Estambul en el que pasa sus días el granjero. Puede sonar a una historia predecible, pero por momentos es necesaria para respirar un poco, ya que el resto de la trama es cruda.
Russel Crowe decidió embarcarse en una historia real y con bastante carga emocional para comenzar su carrera como director. Camino a Estambul es una buena apuesta, la película es correcta, casi que no tiene desaciertos y de alguna manera, lo obliga a tener que superarse en sus próximas producciones.