Una gran película para sufrir
La excelente “Camino”, de Javier Fesser, narra la convalecencia de una niña de 10 años.
Película dura, muy dura pero valiosa, ésta del español Javier Fesser que copó varios de los premios más importantes del cine español el año pasado, entre ellos seis Goya a mejor película, director, guión original, actriz, actor de reparto y actriz debutante. Hay que armarse de valor para verla pero, como dice la conocida frase, “vale la pena”.
Camino, el título de la película, está basada en una historia real ocurrida en Pamplona (Cataluña) hacia 2005. El director Fesser la ficcionaliza, y –otro elemento a tener en cuenta por el futuro espectador– va un paso más allá, pues se mete en los sueños y pesadillas de la protagonista, un mundo de fantasía donde, tal vez sea útil anticiparlo, se mueve con mucha seguridad, como lo hacía por caso un Luis Buñuel.
Camino es también el nombre de la protagonista, una niña de unos 10 años a quien le descubren una malformación vertebral que compromete su médula y pone en peligro su vida. A partir de entonces, el espectador acompaña a la niña en el verdadero calvario que atraviesa. Internaciones, cirugías, calmantes, postración se vuelven moneda corriente en su vida, pero no sólo eso. También se potencia la imagen de su madre, una mujer que lleva a un extremo polémico el fervor cristiano, que desde el comienzo parece haber entendido que un “destino divino” fue escrito para su hija y la empuja a soportar la convalecencia dentro de la clínica, con un grado de renuncia casi ligado a la santidad.
No sorprende por ello que, al final del relato, una leyenda explique que la protagonista verdadera se encuentra en proceso de beatificación en España.