Daño colateral, exceso de poder y la ética que conlleva mantener la paz y ejercer la justicia, esos fueron los temas que Batman v. Superman El origen de la Justicia tocó de manera solemne y confusa. Los mismos temas pero interpretados de manera muy distinta están presentes en Capitán América: Guerra Civil.
Luego de la batalla de New York, la destrucción de Sokovia y otras catástrofes causadas directa o indirectamente por los Avengers, las Naciones Unidas deciden que estos héroes deben ser controlados.
La trama no es más que eso, una excusa para enfrentar a los héroes en bandas, con otro villano que arma un plan basado en endebles motivaciones. Pero la película triunfa por el ritmo y la ligereza con la que se hace cargo de sus debilidades. Luego de 8 años de hacer estos filmes Marvel Studios sabe demasiado bien como tratar a sus héroes, que funciona y que no, y como construir para adelante: Así como Era de Ultron construía hacia Civil War, Civil War construye hacia Infinity War, así... hasta el infinito. Para muestras basta la perfecta inclusión del Hombrecito Araña en el universo. Por suerte sin origin story, pero con la justificación necesaria para que no resulte forzado. Lo mismo puede decirse de Black Panther.
Por momentos peca de canchera, pero es parte de la marca registrada de un universo al cual se le pueden hacer mil críticas pero no se le puede achacar falta de coherencia en el tono.
El terreno planteado es binario, totalitarismo o liberalismo, héroes o justicieros, que en este caso parecen ser dos caras de la misma moneda imperialista, por supuesto. El núcleo emocional de la película no aparece nunca, pero es tan entretenido de ver que no tenemos tiempo para reaccionar. Sólo resta dejarse llevar. Como al escuchar una canción pop, la falta de profundidad es lo que la hace tan disfrutable.