Suelen referirse a la Argentina como el país con la mejor carne del mundo. Lo cierto es que esta industria mueve toda una maquinaria que comienza con las vacas. Allí es donde aparece el toro protagonista, con la voz en off de Arnaldo André, para narrar este documental.
Carne Propia (2016) comienza con el toro recordando sus épocas como ganador de premios en la exposición Rural, pero enseguida se mete de lleno en su menos glorioso presente, donde ya ve acercarse su hora final para convertirse en alimento para los humanos. Pero en el trayecto a su destino final, se detiene en tres historias reales: la del pueblo de Liebig, de Entre Ríos, que supo ser pieza clave de la mercadería cárnica gracias a inmigrantes ingleses; la de Berisso, y cómo los trabajadores de la carne fueron el puntapié para el surgimiento y el auge del Peronismo; y por último, la historia de un frigorífico que salió a flote cuando los mismos empleados formaron una cooperativa.
El director Alberto Romero toma un tema serio y, mediante la figura del toro, le agrega necesarias dosis de humor y de comentarios ácidos (gran acierto el otrora galán de telenovelas poniendo las cuerdas vocales, ya que este espécimen de toro da a entender que fue un galán en sus mejores épocas), pero sin perder el eje y evitando caer en el delirio absoluto. Las filmaciones de los animales y su recorrido hasta el matadero se combinan con entrevistas e imágenes de archivo.
Una película que revela los mecanismos que vienen detrás del plato de asado, y lo hace de manera original y descontracturada.