El vestido de la muerte roja
Mucho se dijo cuando se anunció la producción de esta nueva versión de Carrie, pero algo que sabíamos de antemano era que esta remake no podría generar el mismo efecto que lo hizo la versión original de 1976 que contaba con Brian De Palma como director, y que además fuera la primera adaptación cinematográfica de una novela de Stephen King. Que Kimberly Peirce fuera la encargada de la dirección inicialmente daba cierta ilusión de garantía, ya que al contar con Boys don´t cry (1999) en su haber, pensamos que podría retratar correctamente los conflictos de esta joven que se debate entre el bien y sus impulsos destructivos, manteniendo el espíritu original de la novela, pero en mi opinión, nada de esto ocurre.
La historia del film es conocida por todos; Carrie White aquí interpretada por Chloe Grace Moretz (a quien ya vimos en 500 days of Summer, Kick Ass 1 y 2, Dark Shadows y más) es una adolescente cuya madre (Julianne Moore), una fánatica religiosa la crió impartiendo temor hacia Dios y haciendo los máximos y más patológicos esfuerzos por alejar a su hija del pecado original. Como consecuencia de eso, Carrie adopta una personalidad muy retraída que no se integra ni es integrada al grupo escolar donde es tomada como el blanco de todas las bromas pesadas, que luego de varios episodios crueles y mediante los poderes telekinéticos que esta joven posee, darán pasó a la venganza final.
Una de las fallas en esta nueva Carrie en mi opinión reside en el hecho de que los personajes, todos ellos, carecen de zonas ambiguas; los buenos son buenos, los malos muy malo y los condescendientes lo serán todo el tiempo. Kimberly Peirce plantea un universo sin matices grises que sí nos presentó De Palma en los 70s y que permitía sostener el clima de suspenso y jugar con la moral efímera de los personajes en todo el largometraje, algo que aquí no ocurre.
En la versión de Peirce además está la cuestión de las actuaciones ya que si bien Moretz y Moore son actrices que no defraudan nunca, no van más allá y no logran trasmitir al público lo que supuestamente están padeciendo, ya sea tormento, sed de mal, o búsqueda de redención. De hecho, la nueva Carrie White se luce más en su rol de niña ingenua perturbada y sometida que cuando debe enfrentar e iniciar la destrucción y matanza masiva. Sus arranques de ira parecen más acordes a los conflictos de una teenager de película de MTV que al gran personaje que King supo crear, pero éste es también el ambiente que todo el film trasmite y que si bien entretiene, no hace más que eso.