Los autos locos toman vida de nuevo, para alegría de los chicos y disfrute de los padres fierreros. La flamante propuesta de Pixar, que es la primera saga de la productora de Disney después de "Toy Story", llega para consolidar su club de fans con otra historia tan divertida como la primera. Claro que aquí es Mate, la grúa destartalada, la que está al frente de toda la trama. Y lo divertido es la inocencia de este personaje. Es que, preso de sus pocas luces, se inmiscuye en un asunto de espionaje internacional, en el que jamás hubiese imaginado, ni siquiera en sus charlas con sus otros autos amigos del barrio. En medio de aviones y barcos que hablan, la historia atrapa cuando Mate viaja a Londres, París y Porto Corsa, en Italia, mientras que Rayo McQueen compite con los mejores autos del mundo. Los efectos técnicos del filme logran seducir al espectador y está muy bien recreada la humanización de los autos. Desde los hábitos en cada lugar, como es el caso del enfoque de automóviles muy conversadores en Italia, hasta la femeneidad de cada auto femenino, como el que se enamora del mismísimo Mate. La historia deja un mensaje políticamente correcto sobre el final y rescata la pertenencia a un lugar como sello de identidad.