Los cuentos y novelas del escritor Robert E. Howard (todas pertenecientes al género de fantasía con elementos de horror) supieron nutrir bastante al cine. Por ejemplo, Conan, su personaje más famoso, inspiró las películas Conan, el bárbaro y Conan, el destructor, ambas con Arnold Schwartzenegger.
Ahora llega otra de sus recordadas creaciones, y una de las que no había tenido versión cinematográfica: Solomon Kane.
Al principio de la película —que está ambientada en el siglo XVI—, Solomon (James Purefoy) es un Capitán que sólo sabe robar y matar a quien se le cruce, como una máquina asesina. Cuando se cruza con Guadaña, un enviado del Infierno que pretende llevarse su alma, combate contra el ser y logra escapar. Pero ahora pasa a llevar una vida de paz y redención. El regreso a la violencia atraería a la criatura del Averno. Todo parece marchar bien para el protagonista, sobre todo cuando entabla amistad con una familia bondadosa, principalmente con Meredith (Rachel Hurd-Wood), la hija del clan. Pero el idilio no dura demasiado: casi toda la familia es asesinada, y la muchacha, secuestrada por unos saqueadores que responden a un misterioso y temible jinete de carácter sobrenatural. Entonces Solomon deberá recurrir a sus viejas técnicas de muerte para salvarla a ella... y a su propia alma.
Una historia del subgénero Espada y Hechicería que no muestra nada nuevo, pero sale adelante gracias a un guión que abunda en tragedia, oscuridad, drama (no hay humor en todo el film, cosa que por momentos tal vez hubiera sido necesario), y gracias a escenas de acción espectaculares pero que tampoco se llevan por delante la película.
Las secuencias de pelea, con mucha, monstruos y hombres violentos y feos, remite a la estética de Pacto de lobos, joyita de culto dirigida por Christophe Ganz, que mezclaba bestias asesinas, intrigas palaciegas y peleas de kickboxing. Esto se debe en parte a que ambas películas tienen el mismo productor (Samuel Hadida) y el mismo director de fotografía (Dan Laustsen). Tampoco hay que desmerecer el correcto trabajo del británico Michael J. Bassett, quién sabe de contar historias de fantasía y terror de época, ya que había dirigido la interesante Deathwatch, ambientada en la Primera Guerra Mundial.
Con el sobretodo, el sombrero, el pelo largo y la cara de recio, James Purefoy luce igual a Hugh Jackman en Van Helsing: Cazador de monstruos. El actor que interpreta a Wolverine sigue teniendo más carisma y presencia, pero al menos Cazador de demonios no abusa de los efectos especiales por computadora. Volviendo a los actores, se lucen brevemente (porque no aparecen mucho en pantalla) Pete Postlethwaite, Alice Krige, Jason Flemyng y el inoxidable Max von Sydow.
Una película que no será un clásico como las de Conan, pero que bien vale la pena verla para entretenerse un rato y conocer otro personajes del mismo creador.