La mujer pública.
A esta altura resulta indudable que gran parte de la industria hollywoodense está volcada hacia un conservadurismo retórico que en la mayoría de los casos funciona como un sinónimo de la falta de ideas novedosas y/ o la obsesión de los productores con bajar el nivel de cualquier contenido considerado “sensible” (hablamos de todo lo relacionado con la sangre y el sudor), con vistas a que los adolescentes puedan entrar a las salas y de este modo engrosar los bastiones del consumismo y la adecuación. El conglomerado cultural vinculado a una pretendida espectacularidad nos bombardea con mensajes individualistas y nos lleva a una suerte de grado cero que empobrece la otrora interesante dimensión formal.
Este estado de cosas eventualmente genera que cualquier desviación de la regla, por más que esté en sintonía con la retromanía de nuestros días, sea bienvenida en función de esa pequeña alegoría descontextualizante. A pesar de que Cercana Obsesión (The Boy Next Door, 2015) en ningún momento escapa a su condición de intento fallido de thriller erótico, incluso así podemos utilizarla como excusa para plantear la necesidad de retomar aquella irreverencia discursiva de antaño, obviando toda autoconciencia pedante a la Quentin Tarantino y centrándose en la sinceridad más inocente y malévola, ese verdadero magma de desproporción símil clase B que la soberbia del mainstream terminó condenando al olvido.
Lo curioso es que estamos frente a una película de por sí pasteurizada pero con el ímpetu suficiente para apelar a una serie -bastante sugestiva- de referencias del popurrí histórico: tenemos la típica premisa del “porno VHS” de la década del 80, un desarrollo empardado con el softcore de suspenso de los 90 y una levedad general que recuerda a aquellos sexploitations enajenados de los 60 y 70. La torpeza monumental detrás de este vehículo para la estrella de turno, la inefable Jennifer Lopez, impide que el catálogo de estereotipos llegue a buen puerto en lo que respecta a la coherencia estructural, sin embargo el film se sostiene desde su simpleza y automatismo, hoy indicios del entretenimiento más furioso.
Por supuesto que ni Lopez como la milf en cuestión ni Ryan Guzman como el psicótico obnubilado con ella son un prodigio de la actuación. Las citas a Atracción Fatal (Fatal Attraction, 1987), Durmiendo con el Enemigo (Sleeping with the Enemy, 1991) y Bajos Instintos (Basic Instinct, 1992) no están aprovechadas y esto se debe a la incompetencia del realizador Rob Cohen y la guionista Barbara Curry, dos profesionales sin talento aunque conocedores de sus limitaciones. Tan retrógrada (la mujer cuida su imagen pública) como feminista (por lo menos hay un contraataque en el final), la propuesta es respetuosa hasta en las escenas de sexo, salvaguardando la anatomía de la protagonista con demasiado recelo…