Sobre las guerras de liberación
Si bien podemos afirmar con plena justicia que el tópico “Ernesto Guevara” está agotado de sobremanera, quizás todavía faltaba un documental sincero que recorriera sin exabruptos y con vocación televisiva aquella senda insurgente que con el tiempo ha alcanzado proporciones míticas. En lo que respecta a la ficción el cierre definitivo al tema llegó de la mano de Steven Soderbergh y su mega biopic independiente Che (2008), dividida para su estreno internacional en El Argentino y Guerrilla. Allí un extraordinario Benicio Del Toro sacaba a relucir todo su histrionismo en función de un trabajo verdaderamente antológico.
Ahora es el turno de Tristán Bauer y su también ambiciosa Che, Un Hombre Nuevo (2009): adoptando la estructura de los documentales expositivos y siguiendo el clásico derrotero de las biografías de personajes públicos con final trágico (típico inicio mortuorio y de ahí hacia atrás), el marplatense vuelve a contar la misma historia de siempre con la excusa de aportar algunos minutos de material inédito principalmente cortesía de Aleida March, viuda de Guevara. Hablamos de grabaciones caseras, escritos varios, archivos, fotos desconocidas y un rollo de 8 milímetros con la última visita a sus padres y hermanos en Punta del Este.
La investigación central estuvo a cargo de Carolina Scaglione, quien junto al director dedicó más de doce años a recopilar información y distintos registros con el fin de ampliar el espectro visual y sonoro del convite. Aunque en términos del contenido no hay novedades significativas que merezcan ser señaladas, semejante tarea de exploración dio sus frutos por lo menos en lo referido al apartado formal: queda claro que tanto viajar por Argentina, Perú, Bolivia y Cuba sirvió para acumular suficiente “materia prima” como para que la propia voz del protagonista narre su férreo porfiar revolucionario y antiimperialista.
Lejos del fervor de la estampita popular de izquierda o del demonio contradictorio que censura la derecha palurda, el “Che” de Bauer es un idealista que hizo de la disciplina y el afán de justicia un estilo de vida, un hombre riguroso en su lucha política pero también apasionado y temeroso como cualquier otro. El tono grandilocuente y sesudo no cae en la celebración hueca ni descuida sus inquietudes teóricas, la relación familiar, su vertiente artística y las crónicas de los combates. Con un excelente desempeño en restauración y montaje, el film se sumerge de a poco en esas guerras eternas de liberación nacional…