Confieso que por mi edad, sólo tenía conocimiento de la serie Chips gracias a Sabrina, la bruja adolescente, donde las tías que amaban a Erik Estrada lo hacían aparecer cada dos por tres. Así que me dispongo a hablar de la película por sí sola, como considero que debería ser en la mayoría de sus veces.
En esta ocasión, Michael Peña interpreta a un agente del FBI al que le asignan una nueva identidad como patrullero de Los Angeles, la de un tal Poncherello. Y le asignan como compañero a un novato viejo, un hombre que en su afán ciego por querer recuperar su matrimonio llega a la conclusión de que ser policía va a hacer que su mujer/ex mujer (una transición que no entienden los dos del mismo modo) vuelva a quererlo.
Quien interpreta a este otro personaje, Joe, es Dax Shepard, quien además dirige y escribe la película (aunque no lo crean, es su tercer largometraje). Su objeto de deseo, en la pantalla además de en la vida real, es Kristen Bell. Como clásica buddy movie, ambos personajes son muy distintos entre sí pero a medida que la acción y los obstáculos se vayan sucediendo, notarán que se complementan y terminarán sorteando toda diferencia.
Uno como un adicto al sexo que no puede parar de mirar mujeres, y metódico en su trabajo; el otro con múltiples cirugías en su cuerpo a causa de un pasado lleno de adrenalina, desordenado con sus horarios y adicto a los analgésicos, y todavía enamorado de una mujer que pasó hoja y ya no muestra ni un poco de cariño hacia él. Lo que los junta es una investigación sobre una serie de robos a camiones blindados, que sugiere tener un cómplice dentro de su propia patrulla.
Con una historia tan trillada y predecible, una película como Chips debería valerse de algo más. En este caso las opciones que tenía podían ser varias: la nostalgia, las actuaciones y química entre sus protagonistas, y/o el humor. Lo cierto es que nada funciona del todo. Michael Peña es un actor sumamente carismático y lo ha podido demostrar en varias películas desde personajes secundarios (uno de los ejemplos más recientes es Ant-man, donde se roba cada escena en la que aparece), no obstante este protagónico no le termina de sentar.
Junto a Dax Shepard apenas logran alguna que otra escena divertida, pero en general el humor fácil al que se apuesta les juega en contra. Sí habrá alguna sorpresita para los fanáticos de la serie, pero incluso se la siente forzada. La dirección es otro punto para discutir. En una película de acción se esperan secuencias rápidas, un montaje vertiginoso, no obstante acá se lo siente muchas veces desprolijo, saltando de escena a escena muchas veces sin demasiada coherencia entre ellas.
Así, Chips termina resultando una película fallida, que ni siquiera es tan graciosa ni entretenida como para considerarla pasatista. Los fanáticos de la serie sabrán mejor que yo si algo de su esencia se encuentra allí.