El anti-cine. En 50 Sombras no hay el menor atisbo de séptimo arte, sólo es un film técnica y formalmente. El anodino conflicto es uno sólo: la firma de un contrato. Además muestra una versión “Disney” de lo que realmente el BDSM es. Filmada de manera chata y sin química en la pareja protagonista. Lamentablemente el film no mejora nada lo escrito en el libro. Asi Anastasia se enamora de Grey pese (o por) su frialdad, su actitud calculadora y su único carisma: el dinero. Y su belleza, claro, la directora lo deja bien claro al mostrar a Grey quitándose la remera en reiteradas oportunidades. Soft-porn para amas de casa reprimidas. Cualquier película de Cinemax de las 2 am era más honesta que esta telenovela en 35 mm. No sólo la protagonista es presentada como una inexperta en la cama sino que también se asume que lo es en la vida, lo cual parece ser la justificación para que soporte todo tipo de abuso psicológico y de control que finalmente logrará revertir, la esclava pasará a dominar (oh!). Este retrato que debería exasperar a las mujeres con algún interés de empoderamiento extrañamente las excita, eso y el helicóptero, claro. El target audience de este film son ellas, los hombres observamos atónitos tratando de entender. No hay nada malo en lo que dos personas mayores de edad hagan en su habitación, ni buttplugs ni analfisting (que por cierto solo se nombran, lo único que llega a verse son un tímido spanking, unas cosquillas con plumas y un paseo de hielito que ya vimos en “Nueve Semanas y Media” en 1986!) lo “malo” es como llegan a eso, en el libro y en el film se romantiza una relación execrable. Algunos de los dialogos del film me daría verguenza reproducirlos aquí. En definitiva este fenómeno global es una involución en la imagen de la mujer en la pantalla grande que deprime pensando que este es el estado actual de los films de romance mainstream.