“Cirque du Soleil: mundos lejanos” utiliza la tecnología 3D para registrar un espectáculo impactante y diferente del arte circense. La película incluye un homenaje a las canciones de Los Beatles.
Soberbia. Es una palabra justa para calificar Cirque du Soleil: mundos lejanos: no es una película en el sentido tradicional, sino una exhibición audiovisual de un espectáculo impactante, a la que le han adosado un pequeño argumento y la tecnología del 3D para convertirla en una joyita en pantalla grande del arte circense.
Mia es una chica poco común, de la que las demás muchachas se burlan por lo bajo. Viste ropa de otra época, su corte de cabello es un poco andrógino, y no habla casi con nadie. Un día, Mia se mete en una feria de variedades al aire libre, y termina sentada en las gradas de un circo. El show no es bueno, y para colmo el trapecista se precipita desde las alturas hasta el suelo. Pero cuando Mia quiere ayudarlo, pasa algo más. La arena se los traga a los dos y la chica se despierta, sola, en un mundo nuevo, con unas carpas gigantes en mitad del desierto, y sin saber el paradero del chico herido.
Dentro de esas tiendas descubre un circo sin igual. Número tras número, las destrezas siguen siendo dificultosas, exquisitas, irrepetibles. Ni qué hablar del vestuario: extraordinario. De la escenografía: magnífica. De la música: una feliz selección. El Cirque du Soleil es una orquesta de acróbatas desplegada, ejecutando una bella sinfonía.
La calidad visual de este show filmado es superlativa. El uso de las cámaras lentas modernas, las mismas que se usan para las transmisiones de última generación de distintos deportes, permite disfrutar de muchos más detalles de los acostumbrados cuando se presencian esta clase de puestas. Las caprichosas y estéticas formas que adoptan las telas de los trajes en el vuelo, el dibujo de la anatomía de los acróbatas, o el preciosismo de los elementos utilizados para acompañar a los atletas, son algunas de las posibilidades que regala este sistema.
La puesta del Cirque incluye un homenaje a las canciones de Los Beatles, el grupo, y a las de Lennon, Harrison y McCartney como solistas. Maravilloso, porque el concepto de los números capta el espíritu de esos clásicos, y se pone a la altura de la imaginación musical de los geniales Fabulosos Cuatro británicos.