UNA VIDA ESTANCADA QUE ENCUENTRA NUEVA DIRECCIÓN La directora pertenece al grupo “Talento Integrado” que tiene como premisa hacer una película en solo cinco días de rodaje. Un desafío para un cine de factura urgente donde la directora Majo Staffolani es además la productora y guionista. En este caso la historia de una actriz estancada en su relación de pareja y también en su profesión que se deslumbra con una cantante de rap, que administra un estudio de grabación. El descubrimiento de una nueva elección sexual pone en crisis toda la vida de la actriz que al calor de la nueva relación cambiará su vida. Una interesante producción con una estética a lo Campusano, con escenas jugadas de sexo, y mucha frescura en climas de complicidad y confesiones.
El amor después del amor ¿Cómo contar una crisis existencial a los veintitantos sin caer en todos los lugares comunes? Esta parece haber sido la pregunta que la misionera Majo Staffolani se formuló a la hora de encarar su ópera prima. Y es que Colmena (2016) transita por ese tópico, que el cine argentino tan bien conoce, pero corriéndose de lo obvio y el clisé. Nachi (Lara Crespo) se encuentra a sus 26 años en el limbo de la vida. Es actriz pero no avanza más allá del casting. Tiene un novio con el convive aunque la relación hace tiempo que no funciona. Su familia, de clase media alta, vive en una nube de superficialidades e hipocresías de las que ella busca despegarse aunque no puede. Nachi reniega de la vida que le tocó y de su suerte (si es que existe). Pero un día conoce a Nina (Flor Bobadilla), una chica simple, misionera, que canta rap, y con un montón de respuestas a sus preguntas. Con ella sentirá que al menos en la vida también hay grises. Colmena es una película de corte independiente, filmada en cinco días, coproducida por cinco países (Argentina, Colombia, Venezuela, Ecuador y Paraguay), pero no por eso desprolija ni improvisada, como muchas veces sucede. Staffolani logra una puesta sumamente cuidada, donde toma decisiones estéticas y narrativas riesgosas, llevando por momentos sus personajes al límite. Para lograrlo trabaja con planos largos, escenas donde el corte parece estar prohibido, y con una cámara en movimiento que busca en el cuerpo la expresión correcta. Cada plano de la película está plenamente justificado, todo es por algo, lo que se dice, se muestra o se sugiere adquiere un sentido. A priori Colmena puede ser vista como una historia de amores lésbicos, pero es mucho más que eso o mejor dicho ese no es el centro de la historia, sino una ramificación de la misma. Porque Staffolani aborda en simultáneo un abanico de temas como los mandatos familiares, el abuso de poder, el rol de la mujer en una sociedad patriarcal, las diferencias y la culpa de clase, la exploración de la sexualidad sin etiquetas, los éxitos ajenos y los fracasos personales. Sin ningún tipo de pretensiones, y con un corte final exacto de un poco más de 60 minutos, si hay una virtud que posee Colmena es la honestidad con la que retrata una historia que el cine mostró millones de veces, aunque pocas con la libertad que se toma Staffolani y la naturalidad de un grupo de actores que le escapa a todos los estereotipos.
Rodada en sólo cinco días, Colmena está escrita y dirigida por Majo Staffolani y es una película coproducida junto a José Celestino Campusano, de quien absorbe mucho su forma de hacer cine. Nachi y Nina se conocen una noche en un bar. Mientras Nina lleva una vida tranquila, conforme, viviendo y trabajando en un estudio de grabación, a la vez que canta por las noches (es la forma que encontró de hacer lo que le gusta), la vida de Nachi se siente estancada como una aspirante a actriz cansada de hacer castings y comenzando a considerar la idea de escribir su propia obra. Nina vino del interior pero se asentó acá y tiene su grupo de amigos. Nachi es solitaria (sabemos que tiene una amiga aunque nunca lleguemos a verla), tiene un novio cuya relación comienza a agobiarla y en la casa de sus padres tampoco logra encontrar el aire fresco que necesita, con una madre adicta las píldoras y un padre que abusa sexualmente de su empleada. No hay de hecho una gran construcción de otros personajes más que el de ellas dos, los secundarios resultan todos bastante unilaterales y desdibujados. Nachi y Nina se encuentran y Nachi de a poco va a ir también encontrándose a ella misma. Es que ella está a la deriva y Nina es alguien que supo siempre tomar el timón del rumbo de su propia vida. Coproducida por José Campusano, la película toma de su cine no sólo un par de rostros sino además su hincapié en retratar un mundo, en este caso el de sus protagonistas, del modo más verídico posible. La realizadora Majo Staffolani se encarga -ni bien empieza y ni bien finaliza el filme mediante un cartel- de recalcar que Colmena es una película comunitaria y que se rodó en sólo cinco días. Hay también una intención de reflejar estados e inquietudes propias de cualquier joven que todavía está buscando un lugar, no necesariamente físico, pero lo cierto es que no sólo se nota que está hecha a las apuradas, sino que muchas de las ideas trabajadas (en especial aquellas sobre lo que le sucede a Nachi) las pone tan explícitamente en los diálogos que éstos terminan sintiéndose como lugares comunes. Flor Bobadilla Oliva y Lara Crespo demuestran que tienen muy buena química y sus escenas compartidas son las que mejor funcionan, mientras otras tantas se tornan largas y repetitivas. Tampoco se percibe una buena construcción de los personajes masculinos sobre todo. Y se hace tanto hincapié en sus protagonistas que se desdibuja a los personajes que las rodean. Se entiende que es una película sobre mujeres hecha para mujeres.
La ópera prima de la realizadora Majo Staffolani viene con el padrinazgo de José Celestino Campusano, y en la apariencia de la superficial historia de amor de sus protagonistas, hay temas recurrentes en la obra del director, Staffolani retoma. Las diferencias sociales, los vicios, la soledad, la noche, la marginalidad, sintetizada en una potente mirada sobre las relaciones, que a pesar de la disparidad en las actuaciones, devuelve un producto noble y sin pretensiones, destacando aún más su origen.