Vacuidad e ironías recicladas.
En muchas ocasiones en el ámbito cinematográfico ocurre que un director se especializa en determinados géneros y/ o planteos estilísticos, dejando de lado otras tantas alternativas en lo que a “formación creativa” se refiere. Por regla general esta suerte de adecuamiento concienzudo lleva a que algunas realizaciones resulten más eficaces que otras, por supuesto en desmedro de aquellas que escapan a lo que podríamos denominar la “esfera de competencia”. Los norteamericanos Phil Lord y Christopher Miller han protagonizado un desarrollo profesional de estas características, con una carrera que se divide entre pequeñas joyas de animación y propuestas de live action que no llegan a cumplimentar lo prometido.
Cabe destacar que Lluvia de Hamburguesas (Cloudy with a Chance of Meatballs, 2009) y La Gran Aventura Lego (The Lego Movie, 2014) fueron dos aciertos mayúsculos del dúo, quien demostró que aún en el contexto hollywoodense actual es posible redondear obras relativamente austeras que examinen con inteligencia el proceso de crecimiento y vuelquen todo su arsenal cognitivo hacia un andamiaje tan melancólico y enajenado como encantador e hilarante. Entre medio de ambos films los cineastas aceptaron el encargo de adaptar Comando Especial (21 Jump Street), una serie televisiva ochentosa y muy mediocre que sólo es recordada por haber sido el “trampolín” de un -por entonces- ignoto Johnny Depp.
Si bien es verdad que el producto resultante constituyó una grata sorpresa para lo que suele ser el paupérrimo nivel de los refritos mainstream contemporáneos, tampoco llegó a brillar por su perspicacia u originalidad: el opus homónimo de 2012 combinaba la comedia posmoderna basada en “bromances” y la sátira de los policiales de “pareja despareja”, apoyándose en el desparpajo visual, un ritmo por momentos arrollador y una dirección de actores que dejaba “vía libre” al exceso interpretativo de los protagonistas Channing Tatum y Jonah Hill. Mientras que el guión de Michael Bacall incluía algunos detalles vacuos y diálogos grasientos, el trabajo concreto de Lord y Miller era francamente irreprochable.
Para la secuela regresa todo el equipo con vistas a repetir la fórmula pero lamentablemente no se logran las carcajadas esporádicas de antaño. Una vez más estos dos agentes encubiertos deben desmantelar una red de tráfico de drogas en una institución educativa (hoy es Hill quien se siente “excluido” frente a la popularidad de Tatum, invirtiendo la lógica preliminar). Comando Especial 2 (22 Jump Street, 2014) no pasa vergüenza aunque cae por debajo de la original, luciéndose sólo en la apertura, el episodio del romance de la hija del Capitán Dickson (Ice Cube) y la excelente secuencia de créditos finales. Las ironías recicladas revelan la incapacidad de “sopesar” al cine por fuera de los propios prejuicios…