Cuando el ego es tan fuerte que es capaz de matar
Demasiado ego. Y no se trata aquí del título de un disco de Charly García, sino de los egos de dos actores Félix Rivero (Banderas), tallado en Hollywood, y el otro es Iván Torres (Martínez), que respira teatro y prestigio. Como si fuera poco, tienen que hacer una película juntos bajo la dirección de Lola Cuevas (Penélope Cruz), que es peor que los dos juntos. La dupla de Gastón Duprat y Mariano Cohn se especializa en hacer una mirada crítica y mordaz sobre el universo de los artistas. “El artista”, “El hombre de al lado” y “El ciudadano ilustre” son tres ejemplos contundentes. Y aquí vuelven a surfear esas aguas, y lo bien que lo hacen. Todo arranca con el capricho de un multimillonario poderoso -otro ególatra perdido- que está por cumplir 80 años y quiere dejar algo a este mundo, piensa en un puente, pero le parece poco, entonces se le ocurre una película. Y debe ser con los mejores. El libro, que nunca leyó, es “Rivalidad”, y sobre esa idea trabajará una realizadora tan creativa como disparatada, que tendrá métodos poco ortodoxos para lograr el máximo rendimiento de los protagonistas. Por ejemplo (perdón por el spoiler) romperles en su propia cara algunos de los premios más importantes de su carrera para que potencien su furia en el rodaje, y encima no pueden impedirlo debido a que ambos están atados con cinta de embalar. Esa delgada línea entre el talento y la ridiculez es lo que explora la dupla de directores. Y lo jugoso está en cómo muestran los ensayos, y de qué manera cada uno a su turno busca su propia conveniencia, sin importarle si perjudica al de al lado. En esa tensión de vanidades, que en algunos casos incluye también la tensión sexual, no hay nadie que salga ileso o ilesa. Planteada como una comedia, la película es ideal para los estudiantes de teatro, no sólo porque pueden ver de cerca un mundo de ficción muy cercano a lo real, sino porque en ese trayecto disfrutarán del talento de figuras como Penélope Cruz, Oscar Martínez y Antonio Banderas. Es que, en pequeñas o máximas dosis, entregarán una clase de actuación con personajes tan descabellados pero no tan lejanos a ciertos divos y divas del jet set mundial. El final es a lo Cohn-Duprat, con algún tinte trágico y un mensaje en clave de moraleja. Para tenerle miedo al ego.