Cómplices

Crítica de Fernando López - La Nación

Aunque el film empieza con un crimen, esta vez la complicidad del título no es tanto aquella asociada a lo delictivo sino una complicidad de los cuerpos y de los sentimientos. Cómplices son Vincent y Rebecca, los dos jovencitos poco más que adolescentes que en nombre del amor apasionado que los une terminan mezclados en una oscura y aciaga trama de prostitución. Cómplices son también Hervé y Karina, los policías que, encargados de la investigación del asesinato, mantienen una colaboración estrecha en lo profesional y una relación bastante más ambigua en lo personal, quizá porque comparten el desencanto de los solitarios que no han podido resolver su vida afectiva.

La intriga policial es el nexo que vincula a las dos parejas y promueve el contrapunto entre las dos historias y su desarrollo paralelo en dos tiempos distintos. Mientras en el presente y a partir del hallazgo del cadáver del muchacho flotando en el río, los dos adultos avanzan en la investigación de los antecedentes del caso, una serie de flashbacks va reconstruyendo la historia del amor incondicional de Rebecca por Vincent, que crece con la intensidad de un amor loco y la lleva a seguirlo por el sórdido camino que él ha encontrado para ganarse la vida: vender su cuerpo a una clientela masculina que lo solicita a través de Internet.

Con el paso de los minutos, aunque el film no soslaya los aspectos más crudos del tema, lo policial, que sostiene la intriga hasta el final (al que quizá le sobra una vuelta de tuerca), va cediendo paso a la indagación psicológica de los personajes, en particular de las complejas personalidades de los dos mayores, que en contacto con la extrema historia de amor de los muchachos, se ven empujados a tomar conciencia de sus indecisiones y sus fracasos. Un proceso que incidirá directamente en la "solución" que el investigador encuentra para cerrar el caso.

El debutante Frédéric Mermoud conduce con equilibrio y sentido de la progresión dramática esta construcción paralela y, si bien no puede evitar que en el guión algunas decisiones suenen forzadas, logra sostener el interés del relato y acierta especialmente en la elección de sus actores. Además de Emmanuelle Devos, actriz siempre confiable, que asume con soltura el papel menos elaborado por los libretistas, son dignos de mención Nina Meurisse y Cyril Descours, ambos muy en tipo y muy comprometidos con sus criaturas (no es responsabilidad suya que la temperatura de su amour fou resulte algo más tibia de lo aconsejable), y sobre todo Gilbert Melki ( La belleza de Venus , Reinas por un día ), cuyo ambiguo Hervé esconde cierta forma de renunciamiento bajo su aparente gravedad.