Sobre la transmisión demoníaca
Por más que ya nadie los reclame desde hace muchísimo tiempo, hoy nuevamente tenemos ante nosotros un mockumentary de terror que más que infundir algo de vitalidad al subgénero lo único que hace es confirmar su agotamiento temático y formal. Como suele ocurrir en el ámbito cinematográfico, los coletazos de un producto exitoso se extienden en demasía hasta el punto de la saturación y ponen en perspectiva el trayecto que permitió llegar a esta situación: de hecho, cuando nos topamos con un exploitation berreta de otro exploitation berreta es sin dudas un signo irrevocable de que es momento de detenerse.
Así como El último Exorcismo (The Last Exorcism, 2010) era una mixtura muy poco original de las imbatibles El Proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999) y El Exorcista (The Exorcist, 1973), la insípida Con el Diablo Adentro (The Devil Inside, 2012) funciona como una extrapolación directa de El último Exorcismo pero con detalles varios sustraídos de El Exorcismo de Emily Rose (The Exorcism of Emily Rose, 2005) y El Rito (The Rite, 2011), miembros recientes de la familia de las posesiones satánicas. Una vez más un guión básico y previsible cede todo el peso del relato al dispositivo de la enunciación.
La trama gira alrededor de las tribulaciones de Isabella Rossi (Fernanda Andrade), cuya madre María (Suzan Crowley) asesinó en 1989 a tres personas durante su propio “ritual de purificación”. Un par de décadas más tarde, la joven considera propicio entrevistar a su progenitora junto a un camarógrafo con el fin de comprender las motivaciones detrás de los crímenes: por supuesto que la señorita descubre que María continúa arrastrando el mismo problema y eventualmente decide encarar un nuevo exorcismo con la ayuda de dos sacerdotes renegados que se dedican a “examinar” los casos rechazados por el Vaticano.
Se podría decir que la segunda mitad, más aguerrida y compacta, compensa en gran parte unos primeros minutos bastante flojos en cuanto a un planteo dramático vetusto y cierta torpeza para elegir las excusas de la “transmisión demoníaca”. La edición está bien y las escenas en cuestión poseen una impronta clasicista aunque lamentablemente el convite no escapa de la típica medianía de los estereotipos progresivos y las buenas intenciones nunca plasmadas del todo. El realizador William Brent Bell no cuenta con la imaginación visual suficiente como para potenciar un elenco enclenque y una historia plagada de clichés…