Nacho Sesma escribe y dirige un drama sobre un hombre de mediana edad en medio de una crisis consigo mismo.
Facundo Cardosi interpreta a Leo, un escritor que ya no escribe y se gana la vida como profesor universitario. La película comienza con una imagen suya aspirando cocaína, como para entender el momento en el que se encuentra y sus tendencias autodestructivas. Acaba de separarse de su mujer (María Canale, en cartelera actualmente con Tampoco tan grandes) y mientras busca un departamento para vivir se queda en el quincho de la casa que un amigo está por vender. Es momentáneo, todo es momentáneo, todo esto pasará.
Pero es un invierno frío y largo en Buenos Aires. En la escuela donde trabaja intenta conseguir más horas para juntar el dinero que necesita para mudarse. Más allá de una forma de ser y de tratar demasiado particular, tanto con sus alumnos como con sus superiores, los alumnos lo escuchan y el director le consigue las horas que buscaba. Es como que a pesar de ese mal momento que está viviendo, las cosas y personas a su alrededor siempre parecen estar dispuestos a ayudarlo en lo que pueden.
Leo, sin embargo, se siente perdido, cae en drogas y relaciones vacías e intrascendentes. Una cita a ciegas organizada por su amigo le resulta insoportable y prefiere lo que la noche y su anonimato tienen para ofrecerle.
Mientras tanto, una alumna suya (interpretada por Ailín Salas) lo escucha y comienza a acercarse cada vez más a él. En medio de ese espiral descendente y autodestructivo, ella empieza a añadir destellos de luz a su vida.
A veces hay que tocar fondo para poder salir a flote. Leo, por momentos, parece encaminarse y después cae, cada vez más fuerte el golpe. Golpes que son buscados. Porque, en realidad, gran parte de la oscuridad que reside dentro de Leo deriva de traumas personales a los que el film alude recién al final y de una manera sutil y sin necesidad de explicarlos o subrayarlos.
La cámara en mano le brinda una mayor intimidad a un relato al que, de todos modos, a veces le cuesta escaparse del cliché del hombre torturado y hastiado en medio de una crisis personal. Por momentos el film además respira mucha frescura y naturalidad, aunque otras situaciones se sienten un poco más forzadas.