El subgénero de los falsos documentales de horror alcanzó su techo con Actividad Paranormal (Paranormal Activity, 2007), un film sumamente eficaz que exprimía hasta el extremo la toma fija, uno de los últimos recursos que quedaban por aprovechar. Al igual que El Proyecto Blair Witch (The Blair Witch Project, 1999), aquella era una obra independiente que sólo a posteriori fue retocada por el estudio una vez comprados los derechos de distribución. Contactos de cuarto tipo (The Fourth Kind, 2009) representa el opuesto exacto: sin dudas tenemos una propuesta que nació de las mismas entrañas de Hollywood y esto se percibe en cada uno de los lamentables fotogramas que la componen.
Corresponde aclarar que estamos hablando de una combinación poco feliz entre la injustamente olvidada Comunión (Communion, 1989) y la pequeña epopeya acerca de la bruja amante de las rocas a los pies de las carpas (la enorme popularidad actual del mockumentary hace que a esta altura resulte innecesario -y hasta redundante- trazar una genealogía cinematográfica). La historia gira alrededor de las tribulaciones vividas por Abbey Tyler (Milla Jovovich), una psicóloga que al realizar experimentos con hipnosis sobre sus pacientes descubre que numerosos habitantes del pueblito de Nome, en Alaska, comparten padecimientos como el insomnio y “motivos oníricos” como los búhos blancos.
Con semejante título está todo dicho: el primer tipo es el avistamiento, el segundo el registro, el tercero el contacto y el cuarto, para los mortales que no lo sepan, es la abducción. En términos formales la película se asemeja a uno de esos típicos programas esotéricos del canal Infinito en los que se intercalan ficcionalizaciones “clase B” con entrevistas repletas de lugares comunes en lo que al tema se refiere. La baja calidad prima por sobre todo, los estereotipos paralizan continuamente la narración y la falta de ideas novedosas empantana el verosímil desde el inicio. Este segundo largo del director y guionista Olatunde Osunsanmi está saturado de golpes de efecto y diálogos intrascendentes.
Estamos ante un verdadero fracaso en lo que respecta al marketing virtual por la sencilla razón de que nadie fue capaz de “comerse” que lo presentado se basaba en hechos reales (factor decisivo para que el público concurra a las salas cuando el opus no se sostiene por méritos propios). Más allá de la torpeza del estudio, en conjunto el film no pasa de ser un seudo- informe monótono con un par de escenas correctas y una insoportable cadencia televisiva. Jovovich hace lo que puede, Will Patton sobreactúa como el sheriff y Elias Koteas salva las papas interpretando al colega escéptico de la protagonista. El cielo nos vigila, los reflectores nos iluminan y la mediocridad nos arrastra hacia la indiferencia...