Contagio

Crítica de Fernando López - La Nación

Esta vez no son zombies, ni vampiros, ni usurpadores de cuerpos, ni malintencionados alienígenas. El alarmante thriller de Steven Soderbergh concibe una amenaza más verosímil y por eso más inquietante: es una enfermedad desconocida (y por lo tanto, sin remedio) que, presuntamente originada en Oriente, se expande a toda velocidad por el mundo; produce casos mortales casi simultáneamente en Minneapolis, Japón, Londres o Chicago; pone a los científicos, los políticos, los laboratorios, la industria farmacéutica y la prensa en estado de emergencia y no tarda en sembrar el pánico y generar un caos que parece un anticipo del apocalipsis.

Soderbergh adopta para su ficción la misma urgencia del informe periodístico, y si bien organiza su relato coral en torno de una decena de personajes no se detiene, a diferencia del cine catástrofe de los años setenta, en las historias personales, salvo en algunos apuntes esenciales y muy escuetos. Es el temible virus, con su velocidad de propagación, el que impone el ritmo: la pesadilla de la pandemia exige respuestas inmediatas. Pero ese ritmo no se transmite en cámaras nerviosas sino en planos breves, secos, vibrantes y en el vértigo de un montaje que tiene sólido apoyo en la estimulante música electrónica de Cliff Martínez, administrada con sabia moderación.

La estructura se aproxima a la de Traffic, en cuanto apunta a desarrollar el tema abarcándolo desde distintos ángulos. El relato va y viene en el tiempo (es necesario reconstruir el camino desarrollado por el virus en busca del origen de la infección) y de un punto a otro del planeta para seguir las acciones que se emprenden para atacarlo, para paliar sus efectos y para describir todo lo que su aparición ha puesto en marcha, desde los movimientos de quien ve en la situación una oportunidad de hacer negocio a quien busca ganar fama desde su blog denunciando presuntas conspiraciones, anunciando presuntos remedios y sembrando falsas expectativas en la gente.

Una tos primero y la imagen de una enfermiza Gwyneth Paltrow después son las primeras señales. Se la ve en un casino de Hong Kong levantando copas o comiendo maníes, elementos que después se volverán terroríficos en la medida en que se sepa que basta el contacto con una persona enferma para que haya posibilidad de contagio. Es el día 2, avisa una leyenda, lo que anticipa que el día 1 llegará al final (al cabo de los ciento treinta y tantos que habrán dejado millones de muertos), con la solución del enigma: cómo "en algún lugar del mundo, el cerdo equivocado se cruzó con el murciélago equivocado", según explica algún epidemiólogo después de que ha sido posible aislar el virus y estudiarlo.

La minihistoria de Paltrow, que incluye a Matt Damon como su marido, es una de las que merecen un mínimo desarrollo dramático, Las otras involucran a los jefes del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de Atlanta (Laurence Fishburne y Kate Winslet), a la médica que la OMS envía a Oriente (Marion Cotillard), al aludido e inescrupuloso blogger (Jude Law) y al investigador que logra aislar el virus en San Francisco (Elliott Gould) y a quien le corresponde la mejor línea de diálogo cuando define a los blogs como "grafitis con puntuación".

Las presencias estelares y sus impecables labores son un atractivo extra de este eficaz thriller que Soderbergh conduce son pulso firme y sin ceder, sobre todo en el final, a la amenaza del sentimentalismo.