Cuando se habla de cine negro o film noir, enseguida nos remitimos a clásicos de origen estadounidense y francés, con nombres como John Huston, Billy Wilder, Fritz Lang y Jean-Pierre Melville conformando un Monte Olimpo. Pero Argentina supo y sabe tener sus propios exponentes, y con personalidad propia, sin ignorar pero sin calcar a los referentes. Tal es el caso de Contrasangre.
Daniel (Juan Palomino) parece en el ocaso de su carrera y de todo. Luego de una trayectoria como oficial de policía, está a punto de terminar una etapa como guardia de seguridad de un edificio. Para colmo, carga con un fuerte drama familiar. En ese contexto deprimente, conoce a Analía (Emilia Attias), una joven torturada por un trama del pasado y que actualmente está siendo acosada por Julio (Esteban Meloni), un muchacho recién salido de la cárcel. Daniel se obsesiona con ella y querrá ayudarla, sin saber que se meterá en problemas de los que le costará salir.
Luego de El Túnel de los Huesos, su ópera prima, Nacho Garassino regresa con un noir clásico: bien provisto de perdedores, mujeres fatales -fatales incluso sin proponérselo- y giros inesperados. La puesta en escena, los climas, los tiempos y la iluminación reflejan un claro amor y un conocimiento por el género. Además, el director aprovecha para mostrar el lado más oculto -y oscuro- de los representantes de la ley y de los programas periodísticos, capaces de lo que sea con tal de desnudar miserias ajenas. Sin embargo, hay situaciones y elementos forzados que pueden provocar desorientación en el público, aunque no logran distraer la atención de una historia contada con buen pulso.
Siguiendo la misma línea de su personaje en Diablo, de Nicanor Loreti, Juan Palomino compone a otro antihéroe que, al borde del abatimiento personal, tiene la oportunidad de convertirse en el justiciero que siempre anheló. Un auténtico Charles Bronson latinoamericano, ahora en clave más seria. Esteban Meloni no transmite la dureza que debería emanar su personaje, pero sí es creíble a la hora de interpretar sus tormentos psicológicos. Aun sin descollar, Emilia Attias tiene un magnetismo particular en la pantalla (a la manera de una Angelina Jolie porteña), que debería ser explotado en más películas. También integran el elenco Daniel Valenzuela, Germán De Silva, Sergio Boris y Romina Pinto, en roles pequeños pero cruciales.
Sin llegar a ser perfecta, Contrasangre es otro interesante exponente del policial argentino, que en los últimos años fue recuperando la fuerza de décadas anteriores de nuestro cine.