Un escritor inglés llega a la Toscana para presentar su nuevo libro referido al valor de las copias en el mundo el arte. Allí conoce (¿o se reencuentra?) con una galerista francesa que lo llevará a descubrir algunos de los puntos turísticos más importantes de la zona de Lucignano.
Esta co-producción francesa, italiana y belga dirigida por Abbas Kiarostami está basada en una anécdota del director que la propia Juliette Binoche (alma del filme) insistió para que la transformara en una historia fílmica.
A lo largo de las casi dos horas de metraje el realizador aprovecha a analizar el concepto de originalidad, hecho que se remonta a la época romana donde los comerciantes vendían réplicas de las obras egipcias. Las connotaciones de esa palabra hacen un paralelismo entre la reproducción del arte y la reproducción de la raza humana.
Los primeros cincuenta minutos de esta narración trilingüe (inglés, italiano y francés) recuerdan mucho el estilo impreso por Richard Linklater en su binomio “Antes del Amanecer/Atardecer”. Pero Kiarostami no se conforma con ello y decide hacer un viraje total del relato mediante una pequeña gran revelación, recurso que no mencionaremos aquí.
El director aborda diversos temas, como las relaciones conflictivas (“no se supone que seamos simples, somos seres complejos por naturaleza”, desliza por allí el personaje de Binoche), el verdadero sentido de la vida, el placer en oposición al deber, los sueños versus la realidad cotidiana, el arte como industria cultural (“no importa el objeto expuesto sino la percepción que tenemos del mismo”).
El dialogo que se da con la cantinera italiana es una mezcla de emociones tan dispar que lo convierten en uno de los highlights de esta historia.