Corazón de león

Crítica de Pedro Squillaci - La Capital

Centímetros de dignidad

No se puede decir que “Corazón de León” es una gran película, pero también sería injusto decir que se trata, simplemente, de una película mala. Esta es la historia de un arquitecto seductor (Francella), que se enamora de una bella abogada (Díaz), pero hay un problemita: el hombre en cuestión mide apenas 1,36 m. O sea, 35 centímetros menos que el común de los mortales. Carnevale trató de hacer una pintura de la discriminación y de los prejuicios de la sociedad argentina quizá con buenas intenciones, pero desde un lugar demasiado estereotipado. Le faltó vuelo dramático a esta historia, aunque hay momentos logrados en la escena de la separación de la pareja y en la del diálogo de confesiones entre padre-hijo (bien Nicolás Francella, hijo también en la vida real). Pero la película no termina de conmover ni es un hazmerreír continuo, se queda a mitad de camino, y no es poca cosa. Da la sensación de que un director como Campanella o Almodóvar podría haber hecho dulce con esta historia. Y quizá sin la necesidad de caer en el lugar común de que el personaje central tenía que ser exitoso, poderoso y millonario, ni que el marido de la madre de la protagonista debía ser un artista plástico consagrado pero, claro, sordomudo. A veces no hace falta remarcar tanto con el lápiz para que el trazo sea evidente, sino todo lo contrario. Destacable el truco digital y, pese al flojo final, vale verla.