Elegir como y cuando.
Esther (Ghita Nørby) es una mujer que ha pasado los sesenta años y sufre de esclerosis múltiple, ha tenido dos hijas, un nieto y una vida feliz. Su esposo (Morten Grunwald) es médico y le ha contado de forma franca y sin vueltas cual es el diagnóstico. Ante el avance de la enfermedad ambos han decidido practicar una eutanasia casera, mientras Esther aun tenga movilidad en los brazos y pueda suicidarse por sus propios medios para no implicar a su esposo.
El matrimonio ha organizado todo a la perfección, incluida una cena de despedida con sus hijas y con Lisbeth (Vigga Bro), la mejor amiga de la pareja. Todos están al tanto de la decisión y van a pasar el fin de semana a la casa de la familia en el campo, para despedirse de Esther y pasar los últimos momentos con ella.
Su hija mayor Heidi (Paprika Steen) es una mujer estructurada, tradicional, que llega junto con su esposo y su hijo para hacer todo a la perfección, ayudar en lo que se necesite y sostener su imagen de mujer perfecta mientras que la hija menor Sanne (Danica Curcic), acompañada por su novio hippie y drogón, es una mujer débil que ha sufrido de depresión y no está de acuerdo con lo que hará su madre.
Esta perfecta familia danesa tratará de mostrar su mejor cara durante toda la jornada, seguros de que a pesar de la triste situación se debe respetar lo que la matriarca ha decidido. Pero a medida que el tiempo pasa la familia se relaja y un porro ofrecido por el novio de Sanne después de la cena, y compartido en familia, es el puntapié inicial para algunas cosas salgan a la luz; nadie esta tan seguro como parece, y esta última cena parece remover cosas que todos tenían guardadas.
Lejos de enormes producciones como "Pelle, el Conquistador" o "La Casa de los Espíritus", Bille August construye esta vez un filme íntimo, donde casi todas las escenas suceden dentro de la casa -de modo casi teatral-, narrando de forma sencilla y verosímil un drama doloroso, real y lamentablemente cotidiano.
De a poco los personajes se desnudan, se sacan las máscaras y muestran su dolor, construyendo un filme emocionalmente fuerte e intenso con excelentes interpretaciones de todo el elenco.
Si bien el final es un poco desprolijo, el relato no pierde intensidad y es una historia que conmueve sin melodramas ni golpes bajos, transmitiendo sensaciones reales y haciéndonos reflexionar sobre algo que podría pasarle a cualquiera.