En oportunidades el cine cumple con homenajes e ilustra a nuevas generaciones sobre temas y figuras que hicieron y hacen grande nuestra cultura. Compuesta por recuerdos, narrados, “iluminados”, este documental bucea en dos figuras esenciales del cine y la literatura, reforzando, además, la importancia de la memoria y la palabra para fundar y mantener vivo el espíritu de aquellos que ya no están.
“Un sueño en París” una ciudad que cambió la historia del tango. Jean Pierre Noher recorre la ciudad de las luces buscando la conexión que tiene con Buenos Aires Ramiro Cruz Buenos Aires y París guardan una relación mucho más profunda de lo creído, de la mano del actor franco- argentino comprenderemos como el arte se vio potenciada gracias a esta relación. La capital francesa, una de las capitales culturales a nivel global, suele ser el punto de inflexión, de muchas corrientes, estilos y géneros artísticos y sus autores que buscan catapultarse y conseguir un reconocimiento. El tango no fue una excepción aunque, la idea de un puñado de argentinos viviendo en París, era más bien mantener la tradición de este ritmo musical, ya que estaban tan lejos de la madre patria. ¿Pueden un grupo de argentinos, liderados por Julio Cortázar, resignificar la historia del tango? Esa será la búsqueda a lo largo del documental dirigido por Sergio Cucho Costantino, en la ciudad francesa y como gracias al “Trottoirs de Buenos Aires” el tango, cobró un nuevo valor cultural en París y cuya onda expansiva llegó a Buenos Aires transformando al ritmo musical por excelencia argentino en un fenómeno sin precedentes. Gracias a los relatos de Barna Tomás; Harguinteguy Reynaldo; Cantón Edgardo y Rinaldi Susana – fundadores de la tanguería – comprendemos el deseo y la necesidad por parte de un puñados de argentinos de sentirse menos lejos de su país natal en una ciudad la cual, salvando las distancias, tiene mucho parecido con la capital argentina ya que fue la inspiración para su construcción edilicia y cultural. Lo que nunca hubieran imaginado, es que los parisinos abrazaran al tango con tanta pasión y admiración a canciones cuyas letras no comprendían pero cuyas interpretaciones eran lo suficientemente cristalinas para descifrarlas. La repercusión de “Trottoirs” fue tan grande, que muy pronto todos los artistas argentinos y afines al tango estaban deseosos de presentarse en esta icónica tanguería; la cual en su apertura el 20 de noviembre de 1981 contaron con la presencia del Sexteto Mayor – que siguió con sus presentaciones por tres semanas más – para luego dar paso a artistas como: Susana Rinaldi; Juárez Rubén; Anselmi Reynaldo y Garay María entre otros. De esta manera, el pequeño local dedicado al tango colmaba su capacidad todas las noches, deslumbrando a todos sus espectadores y profundizando el amor por este género musical. Si bien su última función tuvo lugar el 15 de mayo de 1994, el legado de este espacio cultura fue de vital importancia para que la historia del tango cobre un valor sin igual a nivel mundial, facilitando de esta forma el desembarco de múltiples espectáculos y de artistas argentinos en una ciudad que, sin esperarlo, nutrió aún más la historia de este estilo musical. .
Cartas Iluminadas Crítica de Esteban Jourdán Julio Cortázar está en el olimpo de la literatura nacional, junto a Borges y Sábato. Pero ahí arriba, inalcanzable y misterioso, es difícil imaginarlo cercano, amigo y cómplice. “Cartas Iluminadas” es sobre dos amigos, que se hablan por cartas que cruzan el océano, que tienen sueños y mucho talento; visto con prisma de los años, esas cartas toman aún más valor. Manuel Antín es un precursor del cine nacional, allá por 1960 empezó su carrera nadie lo conocía, a Julio Cortázar tampoco, eran dos jóvenes con sueños, pensamientos y mentes privilegiadas. Comenzaron a intercambiar cartas y aparte de una relación profesional (Manuel terminaría rodando 3 películas basadas en los cuentos de Julio) formaron una amistad que pasó sobre el mar y perdura en el tiempo. A lo largo de “Cartas Iluminadas” entendemos la relación entre ambos, reflejada en las cartas y la voz de las grabaciones de Cortázar. Ambos decían admirar el talento del otro y no estar conformes con lo que eran (escritor y cineasta, respectivamente). Da envidia para cualquier amante de la obra de Cortázar ver el afecto y las cartas que aún hoy Manuel Antín conserva. Ya quisiéramos todos tener de amigo al autor de Rayuela. Su directora Cinthia Rajschmir logra traer del pasado a Cortázar, ya fallecido pero no ausente. Utiliza todos los recursos a su alcance, la voz de Julio en distintas grabaciones, la lectura de cartas, fotos del rodaje, dibujos de momentos, todo con una sutileza y sin caer en el exceso. No es nada fácil conseguirlo,mostrar indirectamente a alguien tan enigmático como Julio Cortázar es todo un desafío. “Cartas Iluminadas” podrá verse en la plataforma de CINEAR de forma GRATUITA y además se transmitirá en CINEAR TV. Sábado 25 de julio – 2020 / 18:00 Domingo 26 de julio – 2020 / 06:00 Domingo 26 de julio – 2020 / 12:00
Una historia por correo Cartas iluminadas (2018), explora las relaciones del cine y la literatura mediante la amistad de Julio Cortázar y Manuel Antín, dos grandes de su medio que supieron dialogar lo necesario para nutrirse el uno al otro. El documental de Cinthia Rajschmir relata el desarrollo de la amistad entre Julio Cortázar y Manuel Antín, quienes mediante correo discuten cuestiones cinematográficas y literarias. Antin realiza la película "Circe" basada en el texto "Cartas de mamá" de Cortázar y es mediante esa película que el documental se articula para contarnos no sólo sobre el director y el escritor, sino sobre el universo cinematográfico en sí. Con una gran cantidad de material de archivo y entrevistas el documental logra un ritmo realmente ágil, manteniendo un hilo narrativo constante que atrapa por lo interesante que llegan a ser los testimonios. Las cartas y las grabaciones cobran vida en un documental que enmarca de una forma muy bella una amistad muy intensa. El tratamiento de lo que es el cine y la literatura está muy bien logrado, tomando las citas perfectas para encarnar cada situación y momento. Situando todo el tiempo en contexto histórico y social, el documental sabe ser claro e interesante. Muestra lo que quiere mostrar para lograr lo que busca. "La forma en la que el film enmarca posturas y juicios sobre el cine y la literatura es altamente agradable y bella, rescatando un gran amor por ambas artes. Un documental que sabe lo que hace desde la primera escena y hasta el último diálogo."
LOS CAMINOS DE LA MEMORIA “Después del almuerzo yo hubiera querido quedarme en mi cuarto leyendo, pero papá y mamá vinieron casi en seguida a decirme que esa tarde tenía que llevarlo de paseo”. Pensemos por un momento en ese comienzo. Pertenece a uno de los grandes cuentos de Julio Cortázar. Se llama Después del almuerzo y está incluido en Final del juego de 1956. Toda la narración omite la naturaleza y la identidad de ese pronombre “lo” y la fuerza del relato radica en esa indefinición. Pensemos ahora en términos de adaptación: ¿cómo podríamos trasladar a la pantalla la fuerza discursiva de ese entramado textual? ¿De qué maneras representaríamos la horrible sensación de algo que acecha y que no conviene hacer visible para que no se pierda ese efecto? ¿A través de qué procedimientos cinematográficos? (tal vez con un fuera de campo, tal vez). Bueno son preguntas que sin duda le surgen a un cineasta a la hora de adaptar un texto literario, y si vamos a hablar de Cortázar y el cine, es inevitable referirse al menos a ciertos problemas que aparecen cuando se plantean las problemáticas relaciones entre la literatura y el cine. Algo de lo anterior se manifiesta en la película Cortázar & Antín: cartas iluminadas de Cinthia Rajshmir, consagrada fundamentalmente al intercambio epistolar entre el escritor y Manuel Antín, director que se animó antes que nadie al desafío de llevar a la pantalla cuatro cuentos en tres adaptaciones (La cifra impar, Circe e Intimidad de los parques). La amistad entre ambos es un asunto conocido por lo que el documental abría la expectativa de hallar material jugoso o inédito. La primera impresión es que hubiera dado para más. El resultado parece un tibio acercamiento, no desprovisto de interés, pero concebido desde un lugar analítico más bien neutro, sobre todo cuando se tocan lateralmente aristas ideológicas. Dos ejemplos son elocuentes al respecto e involucran a Ponchi Morpurgo, escenógrafa y mujer de Antín, una de las voces familiares que se escuchan. En un momento, cuando narra los motivos del exilio de Cortázar no se atreve a mencionar la palabra peronismo. Más adelante, acusa de infantilismo al escritor cuando adhiere a la revolución cubana, hecho que resintió el intercambio epistolar con los Antín. Lejos de preguntar, de hallar un espacio de disidencia en el documental (independientemente de las opiniones personales), hubiera sido enriquecedor profundizar en ese aspecto, que no es menor. Este, tal vez, sea uno de los espacios en blanco de una película que genera la impresión de que hubiera dado para más. Pero lo que le preocupa a la realizadora es más bien un registro expositivo, de neta complicidad con el director argentino que, por otra parte, es quien tiene los materiales más destacables, entre ellos, las fonocartas donde se escucha la voz joven de un Cortázar en ciernes, con esa intensidad surrealista al hablar, atravesado por las dificultades de tener que escribir los guiones de sus propias historias. Es importante reparar en ello porque aquí radica el núcleo productivo que planteara en el primer párrafo de esta reseña y, además, permite ver el campo de tensiones entre la literatura y el cine. Cuando Cortázar describe el rostro de Graciela Borges en Circe, habla como cineasta; más adelante, cuando critica la adaptación que hace Antín en Intimidad de los parques, se pronuncia como escritor. Uno se pone del lado del cineasta en esta última observación inevitablemente. Y más allá de que las películas, vistas hoy, parezcan más bien ancladas en una etapa del cine argentino en la cual una dirección firme era emular ciertos climas de la Nouvelle Vague, no puede dejar de reconocerse el mérito de Antín por pensar los modos posibles de adaptación de un tipo de literatura que trabaja con las elipsis como medio crucial para develar la dimensión de lo fantástico en lo cotidiano. Hay resoluciones del director que son notables y no deberían perderse de vista. En una de las frases de Circe se lee: “Mario juntaba pedazos de episodios”. Siempre me pareció una frase interesante para pensar la idea de montaje y sobre todo para la versión cinematográfica de Antín, quien establece un lazo formal con el cuento a partir de la fragmentación. Nosotros, los espectadores, somos como Mario, es decir, juntamos pedazos. Este tipo de relaciones no están profundizadas en el documental, pero sí surgen tangencialmente cuando la directora alterna fragmentos de las películas con las voces de los protagonistas involucrados. En todo caso, parece una película hecha por una amiga de Antín. No está mal que así sea. Eso también da lugar a momentos afectivos e íntimos. Dos ejemplos bastan para confirmarlo. Una es la anécdota cuando escritor y director ven La cifra impar en una función privada y Cortázar le suelta: “Pibe, entendí mi cuento”; la otra, es la voz de Antín leyendo la última carta del cronopio enmarcada en un cuadro. Al final, cuando la cosa se pone linda, la película termina.
“… antes de la aparición de Resnais en el ámbito cinematográfico mundial, ya Julio Cortázar escribía un cuento en donde se jugaba con el tiempo de la misma manera que yo lo he hecho en La cifra impar, respetando no a Resnais sino a Cortázar” (David Oubiña citando a Antin en el libro Manuel Antín) En Cortázar & Antín. Cartas iluminadas (2018), el foco es, como ya delata el título, el vínculo manifiesto entre ambos autores en las misivas que se escribieron durante más de dos décadas. Durante esos años, el primero vivía en París y el segundo en Buenos Aires aunque se vieron en persona esporádicamente. Estas son cartas lúcidas por el afecto y la agudeza mancomunada de ambos artistas en pos de su creación cinematográfica. A través de ellas vemos los pareceres, acuerdos y discrepancias en los proyectos donde trabajaron juntos. Cinthia V. Rajschmir escoge los tres acercamientos de Antin a la obra de Cortázar: Intimidad de los parques (basada en “La continuidad de los parques” y “El ídolo de las Cícladas”), La cifra impar (basada en “Cartas a mamá”) y Circe. Los tres guiones estuvieron bajo la revisión c del autor. Cinthia rescata el reconocimiento mutuo entre Antin y el narrador nen las palabras “de haber sido yo escritor, habría sido Cortázar”. También hurga en él deteniéndose en Graciela Borges, la protagonista de La cifra impar (1962). En específico lo ejemplifica la escena del espejo censurada antes de su estreno. Borges además la repite en la actualidad. El problema en el documental de Rajschmir viene con las maneras múltiples y contrastantes de mostrarnos estas cartas. Ninguna potencia su merecida atención. Por ejemplo, en una escena es visible de forma translúcida una de las correspondencias mecanografiadas con el mar al fondo y leída en voz alta por alguno de los entrevistados. Tantas voces lectoras y recursos técnicos en torno a los textos impiden concentrarnos en la confianza que ambos autores se expresan. Esto es tan claro que la posproducción resalta las líneas dichas en voz alta. Ya por sí solas son legibles en el plano, si bien tardamos en conseguirlas. Hay dos obras de estos últimos años donde las cartas son, como aquí, la evidencia de vínculos afectivos, filosóficos y geográficos: Miró. Las huellas del olvido (2018) de Franca González y la coproducción de Paraguay y Argentina Un suelo lejano (2019) de Gabriel Muro. Aunque las relaciones similares y diferentes darían para un texto mucho más detallado, en las tres coinciden las cartas como parte de inquietudes actuales donde estos documentos entraman la dinámica audiovisual de la obra y ya no solo los vínculos entre personajes históricos. El traspié recurrente con la manera de mostrar las correspondencias en Cartas iluminadas no obstaculiza otro genuino hallazgo. Aquí la memoria conforma una búsqueda como ocurrió en la amistad creadora de Cortázar y Antin. En la escena más conmovedora, la actriz Dora Baret, protagonista de Intimidad de los parques (1965), recuerda un momento significativo que la moviliza hasta llorar. Si bien la escena tiene un corte abrupto, sabemos también que son abruptas las emociones. Y esos pocos segundos hablan del poder ambivalente y restaurador de la memoria. Este solo instante en escena nos permite reflexionar sobre la desolación memoriosa frente a la distancia entre lo que fue y ahora es cada individuo. También así vemos cómo la memoria restituye a la entrevistada por su capacidad evocadora y a los espectadores para que seamos partícipes de esta intimidad significativa más allá de lo público.
Iluminados por el arte Cortázar y Antin: Cartas iluminadas (2018), ópera prima documental de Cinthia Rajschmir, gira en torno al intercambio postal que mantuvieron el escritor Julio Cortázar y el cineasta Manuel Antín entre 1961 y 1975. Manuel Antín fue el mayor adaptador de la obra de Julio Cortázar en la pantalla grande, forjando una estrecha amistad con el escritor con quien durante años cruzó cartas entre Buenos Aires y París. Filmó tres películas basadas en sus cuentos y tuvo el privilegio de recibir los originales de "Rayuela" para entregarlos a la editorial Sudamericana. La cifra impar (1962), basada en el cuento "Cartas de mamá", se convirtió en su debut cinematográfico. Luego rodó Circe (1964) e Intimidad de los parques (1965, sobre "Continuidad de los parques" y "El ídolo de las Cícladas"). El intercambio postal en el que ambos se manifestaban su mutua admiración se extendió entre 1961 y 1975. Antin reunió esa correspondencia en una edición personal, "Cartas de cine", que luego integró los tomos de las "Cartas" editada por Alfaguara y que ahora Cinthia Rajschmir utiliza como eje central de su película. Cortázar y Antin: Cartas iluminadas está atravesada transversalmente por esas misivas que cruzaban el Atlántico para no solo reconstruir la relación entre el escritor y el cineasta sino también para desandar detalles sobre la transposición cinematográfica de cada uno de esos cuentos. A lo largo del metraje, Antin relata anécdotas que sellaron esa amistad como aquel día que vieron juntos La cifra impar a solas en un laboratorio de Buenos Aires, y en el que Cortázar la dice golpeando su hombro “pibe, entendí mi cuento'". También aparecen referencias a la adaptación de Circe en un trabajo codo a codo o sobre las discusiones que mantuvieron a raíz de Intimidad de los parques, porque en lugar de ambientarla en Grecia se filmó en Machu Picchu (Perú). La directora apela a los testimonios del propio Antín, su mujer, la escenógrafa Ponchi Morpurgo, las actrices Dora Baret y Graciela Borges, o el DF Ricardo Aronovich, entre otros, para armar la trama, pero la pieza fundamental de la película resulta una audiocarta del propio Cortázar a Antín que oficia como punto de vista del escritor. De esta forma Cortázar y Antin: Cartas iluminadas, como un rompecabezas audiovisual, se completa y le da forma a una amistad literaria y cinematográfica sostenida a través del intercambio epistolar, ya que ambos solo se veían cuando el cineasta viajaba a Europa o el escritor visitaba la Argentina.