Una pasión que revela cierto vacío existencial
Silvio Soldini y el adulterio en Cosa voglio di più
Cineasta sensible, fino examinador de lo que sucede bajo la superficie de la realidad, Silvio Soldini aborda aquí un tema -el del adulterio- que de tan frecuentado ofrece pocos flancos para un acercamiento original y parece estar siempre a un paso del cliché. Con su mirada distante, casi documental, y su aspiración a cierta objetividad, Cosa voglio di più expone el caso de una pasión repentina e incontrolable que altera la vida de dos matrimonios de clase media, pero también procura echar alguna luz sobre los síntomas de una vaga insatisfacción, cierta desazón existencial propia de nuestro tiempo.
Anna y Domenico (Alba Rohrwacher y Pierfrancesco Favino, ambos excelentes) son treintañeros y viven en una urbanización de los alrededores de Milán. Ella está casada con el bonachón Alessio, manso y siempre bien dispuesto; ambos trabajan y viven modesta pero cómodamente, rodeados de familia y amistades; están empezando a pensar en tener un hijo. Doménico, calabrés de origen, empleado de un servicio de catering, también está casado y en dificultades para mantener a su esposa y sus dos hijos. De todos modos, puede decirse que ambos, Anna y Domenico, llevan una vida razonablemente feliz. Quizás el problema esté ahí, en ese adverbio.
Porque cuando Anna y Domenico se conocen -en una fiesta donde ella es invitada y él, camarero-, se enciende una primera chispa. La pasión está empezando a manifestarse y de poco sirve que el azar les dé la chance de detenerse una vez y pensar en el complejo futuro que se les avecina. Pueden más el deseo y la tentación de abandonarse a él, pero también pesan las mentiras, las culpas, el temor a ser descubiertos y a tomar decisiones definitivas. Tampoco pueden borrarse las obligaciones hacia seres queridos a los que no se quiere abandonar, el miedo a hacerles (y hacerse) daño. Y está también el problema del dinero, ya que sostener una doble vida no es para bolsillos flacos. El apetito por vivir una vida más intensa y más emocionante, en tales condiciones, es un espejismo que se agota en el breve paraíso de una visita a Túnez.
El caso de los amantes adúlteros no se cierra sobre ellos: Soldini lo expone desde varios ángulos dibujando el perfil de casi todos los personajes afectados, mirándolos con fría lucidez, del modo más objetivo. ¿Hay responsables? ¿Hay víctimas? ¿Será que siguiendo el ritmo que impone el mercado, siempre hay una nueva necesidad por satisfacer? ¿O será que es tan frágil esa suerte de confortable infelicidad cotidiana a que la vida contemporánea nos ha habituado? Son interrogantes que se deslizan sin hacerse explícitos, y es en ellos donde reside el principal interés del film, narrado con la solvencia habitual de Soldini aunque quizá con algún metraje de más. Los actores compensan con su convicción el tono neutro que Soldini eligió para su obra, que está magníficamente fotografiada por el argentino Ramiro Civita.