El primer largometraje de Fritz Böhm, Criaturas salvajes, es un drama con tintes sobrenaturales escrito junto a Florian Eder y protagonizado por Bel Powley.
Anna (Bel Powley) es una niña que vivió toda su vida encerrada bajo el cuidado de su padre (Brad Dourif) quien le afirma que el mundo se está acabando y que ella es la única niña sobreviviente. A través de la ventana puede ver una imagen recortada del bosque que, en conjunto a las cosas que le cuenta su padre, le hacen temer al afuera y a la presencia de un supuesto monstruo. Hasta que un día este hombre no puede más consigo mismo ni con ella y la deja sola hasta que es encontrada en esa situación.
La primera, y más interesante, parte de la película se enfoca en la salida al mundo exterior, al mundo real, por parte de quien no sabía siquiera de su existencia, algo parecido a lo que sucede con el personaje de Jacob Tremblay en La habitación. Una sheriff, Ellen (Liv Tyler), le cede momentáneamente un espacio en su casa y le enseña de qué va todo aquello que sería normal para cualquier chica de su edad: una adolescente a la cual se le empiezan a despertar cosas internas.
Lamentablemente a medida que el film avanza va perdiendo interés y empieza a presentar inverosimilitudes varias, como muchas que tienen que ver con el hecho de que Anna nunca conoció nada ni nadie del mundo exterior fuera de su padre y no se aprecia el necesario nivel de asombro y sorpresa que generaría una salida así. De hecho, más allá de que sólo se puede quedar con la policía momentáneamente, imaginamos que por unas semanas (hasta que llegue una prueba de ADN), se ve introducida de repente al mundo de los otros adolescentes del pueblo y la reinserción no resulta demasiado problemática (por ejemplo, sin razones la invitan a una fiesta).
Por otro lado, cuando el film empieza a dejar de lado el drama familiar y se introduce en el terreno que realmente le interesa pierde mucha fuerza de la mano de una historia que se va tornando cada vez más ridícula aunque predecible. Un cambio brusco que se puede notar incluso en la estética.
Aunque se la siente desaprovechada, Bel Powley (Diario de una chica adolescente) logra salir airosa con su interpretación, a la cual su rostro aniñado de ojos grandes ayuda, y Brad Dourif (más conocido por su voz gracias a haber sido siempre el muñeco Chucky) también se destaca en sus momentos, especialmente en la primera parte, como ese padre extraño. El resto resultan anodinos, incluso Liv Tyler, quien además es productora ejecutiva de la película.