Dentro del cine de género argentino de los últimos años, el thriller psicológico se hizo un lugar pequeño pero más que digno. El exponente insuperable sigue siendo El aura, de Fabián Bielinski. La cordillera, dirigida por Santiago Mitre, y El hijo, a cargo de Sebastián Schindel, también pueden ser incluidas. Por el lado de las producciones independientes hay casos decididamente extravagantes, que juegan aun más con la concepción de los personajes gracias a la utilización de elementos fantásticos, como Presagio. Es por este camino que transita Crímenes imposibles.
El detective Lorenzo Brandoni (Federico Bal) es un individuo quebrado por la vida. Un trágico accidente lo dejó sin su esposa (Carla Quevedo) y sin el hijo de ambos. Y antes de eso, su hermana murió tras una penosa enfermedad. En ese contexto, debe investigar una serie de asesinatos tan misteriosos como brutales. La pista más inesperada llega por el lado de Caterina (Sofía del Tuffo), una joven monja que afirma ser la responsable de las muertes. Lorenzo no tardará en descubrir que la chica está bajo el influjo de fuerzas oscuras, y que él mismo deberá enfrentar a sus propios demonios.
El director Hernán Findling cuenta con amplia experiencia como director y productor de películas de terror y suspenso. Crímenes imposibles deja en claro su conocimiento de la materia, y se nota en la ambientación lúgubre -digna de Pecados capitales– y en las escenas escalofriantes. De hecho, la trama deriva en el subgénero del horror religioso, con posesiones demoníacas y un héroe que debe recobrar la fe para combatir el Mal. Pero la historia es parte de un mecanismo de relojería que exige prestar atención a los detalles para comprender la vuelta de tuerca del final. Un recurso específico posibilita atisbar el giro, aunque no resulta tan subrayado como para estropear la sorpresa.
Federico Bal tiene la responsabilidad de sostener la película, ya que la historia está contada desde su punto de vista. Pese a su poca experiencia en el cine (también protagoniza la todavía no estrenada Rumbo al mar), consigue salir airoso. Le sienta mejor la faceta más dura del personaje, la de detective recio, y hace pensar que sería interesante verlo interpretando más roles de ese estilo. Sin embargo, es menos convincente en los momentos dramáticos. Sí es más destacable la participación de Sofía Del Tuffo (vista en Luciferina, estupendo film de terror nacional) y Carla Quevedo, en un papel secundario aunque importante.
A Crímenes imposibles le alcanza con sus méritos para entretener y atrapar, lo que no es poco.