La buena noticia cinéfila de cada año suele ser que hay película nueva de Clint Eastwood. Es doblemente buena cuando además nos enteramos de que la protagoniza, y el 2021 es uno de esos casos. En Cry Macho, Eastwood interpreta a una ex estrella de rodeo que hoy no tiene mucho por qué vivir tras haber perdido todo lo que alguna vez fue bueno hasta que le encomiendan un viaje a México para traer a un niño en problemas.
El conflicto principal de la película es una excusa para una historia mucho más simple, y es en esa simpleza donde radica gran parte del encanto de Cry Macho. Mike es un personaje que tiene valores, que ha vivido demasiado pero que cree que podría vivir lo que le queda de vida aislado y apartado del mundo. Cuando su ex jefe, el hombre que supo darle trabajo muchos años y en tiempos difíciles pero al principio de la película lo echa porque vuelve a llegar tarde y en realidad hace tiempo que se muestra cansado y sin interés por nada, le pide un favor él no se cree capaz de negarse. El favor consiste en ir a buscar a su hijo, un niño que tuvo con una mujer en México que se rodea de gente peligrosa y con poder.
El guion de Nick Schenk (guionista de Gran Torino y La Mula) está basado en una novela de N. Richard Nash y es un proyecto que se intenta llevar a cabo desde hace unos 30 años. Y sin embargo parece que se consolida en el momento justo, con un Eastwood tan maduro como su personaje, en especial en lo cinematográfico. Quizás el guion no aprovecha para profundizar un poco más en algunos personajes pero Eastwood presenta poesía en sus imágenes, desde los primeros planos con caballos corriendo salvajemente hasta los momentos de mayor intimidad donde una sonrisa dice mucho más que las palabras.
Esto de ser macho está sobrevalorado. Se trata sólo de gente que quiere mostrar su firmeza. Es con lo único con lo que terminan. Es como todo en la vida: crees que tenés todas las respuestas y luego, cuando envejecés, no tenés ninguna.
Nick se relaciona primero con este muchacho asustado que no se atreve a confiar en nadie porque salió de un ambiente donde fue muy maltratado. Un niño de 13 años que admira a Nick al enterarse de que alguna vez fue una estrella de rodeo y que tiene una gallina a la cual llama Macho y que será más que una fiel compañía durante este viaje a través de senderos áridos. Pero lo que se pensó como un viaje rápido se transforma en una excusa para detenerse, para contemplar el paisaje. Y allí entra en juego la mujer, otra persona que vivió mucho y a quien el paso del tiempo también terminó de formarla.
Aunque haya peleas de gallo, situaciones de tensión con mafiosos armados, persecuciones en autos robados y personajes que se escapan de la policía, en Cry Macho predominan las escenas con acciones más pequeñas pero también más significativas. Se nota que hay una intención por dejar lo grandilocuente para apostar al corazón de la historia, por eso poco importa que muchos conflictos se solucionen de una manera más rápida y a simple vista algo arbitraria. Lo que cambia al personaje son otras cosas: el cariño que recibe cuando ayuda a la gente y a los animales, la sonrisa de una mujer que baila, la mirada del muchacho que por primera vez siente esperanza por lo que se viene.
Cry Macho es una reflexión sobre el paso del tiempo, sobre el aprendizaje, sobre la vejez no como el final sino como una oportunidad más para volver a empezar y apostar por lo que uno quiere, y al mismo tiempo engloba lo que la carrera inmensa de Clint Eastwood significa para el cine. Me sale pensar que ojalá él fuese eterno pero entonces me corrijo y me digo que lo es, porque siempre tendremos todo ese cine enorme que nos sigue dejando como legado.