La primera película que dirige Igor Legarreta (guionista de la película “Autómata”), es una coproducción entre Argentina y España protagonizada por Florencia Torrente.
En esta historia, ella interpreta a una joven argentina de vida bastante tranquila y solitaria, siempre con una coraza a puestas, hasta que ésta se ve irrumpida por una noticia que modifica gran parte de su historia: el padre que creyó que la había abandonado acaba de ser encontrado, muerto hace treinta años a causa de una bala en la cabeza.
Entonces ella, junto a su padrastro interpretado por Eduardo Blanco, viajan a España y se encuentran sumergidos en una investigación que va desplegando aristas cada vez más extrañas y oscuras.
“Cuando dejes de quererme” es un policial en el cual, claro, vamos descubriendo junto a su protagonista la historia oculta detrás del asesinato de su desconocido padre. Allí la trama cuenta con un fuerte trasfondo político, al hablar de una época sobre la represión franquista y la ETA.
Pero más allá de ser una película de género el director, junto a los guionistas Javier Echániz, Asier Guerricaechebarría y Jon Iriarte, intentan imprimirle un tono entre tierno y simpático, algo que funciona en gran parte pero a veces se siente impostado y fuera de lugar, en especial con lo que tiene que ver con algunas líneas de diálogo que salen de la boca de Eduardo Blanco.
Además de reflejar esta historia de amor entre padre e hija (un padre que no por no ser biológico es menos padre), aparece por ahí un interés romántico para su protagonista pero resulta un acierto que éste no cobre demasiado protagonismo.
En cuanto a la línea narrativa sobre la investigación, el film presenta algunas vueltas que parecen forzadas, pistas que se descubren de manera casi azarosa.
En cambio, a la hora de desarrollar personajes apuesta a una sutileza que le juega a favor, haciendo que las mejores escenas sean las más intimistas.
Con una trama interesante y un puñado de buenas interpretaciones (Flor Torrente logra aportar dulzura a su personaje de una manera bastante sutil, Eduardo Blanco –aún con algunos desaciertos del guion para con su personaje- no desentona y también logra lucirse Miki Esparbé como el cómplice e interés romántico, aunque quizás le falta un poco de desarrollo a su personaje), “Cuando dejes de quererme” falla en esa especie de indecisión que parece tener en cuanto al tono.
Por momentos oscura, más romántico, melodramática, con algunos pasos de comedia que descolocan. Estamos ante un film modesto y discreto.
Una buena ópera prima a la que un mayor pulido en el guion podría haber elevado. Un guion que construya con mayor cuidado la compleja trama policial y que logre definir un tono. No deja de todos modos de ser una película interesante e imprevisible.