De Dinamarca llega esta película dirigida por Jonas Alexander Arnby, una historia que conjuga elementos de terror sin llegar a pertenecer la película a este género. Porque a la larga, es la historia de una joven marginada que un día, cansada del maltrato por parte del resto de los habitantes del pueblo, especialmente en su trabajo, sufre constantemente se termina de convertir en un monstruo.
Marie tiene 16 años, una madre postrada con una extraña enfermedad, y ella misma comienza a notar cambios en su cuerpo a los que no le encuentran una explicación. También es una adolescente que comienza a trabajar, que sonríe a otro empleado, pero además empieza a enfrentarse con las cada vez más frecuentes y peores situaciones de bullying en su trabajo, un lugar de aspecto y olor (no es difícil imaginarlo) poco agradables.
La película apunta a un tono intimista, no necesita de grandes efectos ni sobresaltos (incluso las escenas de muerte y ataques suelen aparecer fuera de campo), y es ante todo un drama. Es casi como una “Let the right one in” en la que en lugar de vampiros hay una especie de mujer lobo.
Esta ópera prima opta por una narración de tiempos pausados, y así va retratando la vida de Marie desde la relación que arma y tiene con sus padres, con el pueblo, y con Daniel, el joven que será un interés amoroso.
Quizás de “Cuando despierta la bestia” se espere un poco más, algo más profundo sobre la mítica figura del hombre lobo (aunque el hecho de que esta figura sea femenina es un plus interesante), o algo más cercano al terror. No obstante es preciso encontrar lo que yace debajo de esa capa: una historia sobre rechazos, marginalidad, miedos, secretos, decepciones. Porque en su sutileza, la batalla principal que debe lidiar su protagonista, es la interna.
Con una destacable dirección de fotografía y una buena construcción de climas, “Cuando despierta la bestia” es una película más que interesante, no apta para quienes sólo buscan terror, desde el lado más puro y obvio.