En el 2013, se viralizaba un corto de terror que en menos de tres minutos lograba erizar la piel. El responsable fue David F. Sandberg, quien gracias a ese corto consiguió realizar su primer cortometraje ni más ni menos que bajo la producción de James Wan, uno de los nombres más importantes que tiene el cine de género actualmente. Cuando las luces se apagan es el resultado de un guión escrito por Eric Heisserer (guionista de Destino Final y la remake de Pesadilla) que le crea una historia alrededor de esa figura que aparecía en el cortometraje. Es que el motivo principal por el que funciona el cortometraje (que se puede encontrar online fácilmente y recomiendo ver) es que genera con muy pocos recursos, una buena iluminación y puesta de cámara especialmente, toda una atmósfera de miedo y misterio. Una mujer (la esposa del director, que aparece al comienzo del largometraje) que cada vez que cada vez que apaga la luz ve una extraña figura acechándola, ése es todo el argumento que tiene el corto.
Para la película se le crea un trasfondo y así tenemos a una mujer “loca” que habla sola por las noches, su marido, su pequeño hijo y una hija más grande que ya no vive en casa. Maria Bello interpreta a esta madre que genera especialmente en su hijo menor, la duda de si lo que le pasa a ella, esa enfermedad mental que le diagnostican, será hereditaria genéticamente. Teresa Palmer es la hija independiente que se alejó de esa familia pero no es capaz de asumir compromisos como uno tan simple como un noviazgo oficial. Cuando la madre queda sola con su pequeño hijo, ella acude a rescatarlo sólo para verse envuelta también en medio de algo tan inexplicable como aterrador.
Es así que el argumento, al igual que en el corto, gira alrededor del miedo que puede provocarnos la oscuridad, un miedo tan universal como creíble. Cosas que creemos ver mientras las luces se apagan, porque no todo se ve igual entre las sombras. En este aspecto, el film está bien logrado a nivel estético, aunque si vieron el corto no tiene mucho más para sorprender. Están además los infaltables golpes de efectos que pueden generar algún saltito. Quizás a modo argumental, se podría haber ahondado en esto un poco más desde lo psicológico.
Las actuaciones son buenas, pero el guión termina cayendo en lugares esperados y, sobre todo, sobreexplicados. El fantasma de Mama también ronda (curiosamente otro largometraje basado en un corto) aunque acá el personaje de Diana, el fantasma, monstruo o esa cosa rara que se aparece en la oscuridad, tenga menos dimensiones. La resolución también deja gusto a poco, no obstante hay que decir que la película cumple, funciona como película de terror y el guión cierra.
Una ópera prima más que aceptable. Lo cierto es que en su primer día de proyección en los Estados Unidos, la película ya había recaudado su presupuesto. Por eso no sorprende que una secuela esté confirmada.