Con la estructura episódica triunfadora de Relatos Salvajes, y una clara impronta de cine clase B, inspirada en la saga Grindhouse de Robert Rodríguez, Cuentos de Halloween -2015- consigue generar carcajadas arrancándole las vísceras a sus desafortunados protagonistas.
Nos encontramos en un momento bisagra del cine de terror: Los films del género son o bien
inteligentísimas narraciones que asustan a partir de lo que no se sabe y lo que no se ve, o bien son películas que pecan de serias y autocomplacientes, que terminan reduciéndose a ridículas historias plagadas de clichés. No hay medias tintas; o por lo menos, no hasta ahora.
Con la incursión en el medio de directores como Tarantino, Rodríguez o incluso M. Night
Shyamalan (Sí, el infame inventor de La Dama en el Agua -2006-), hace ya unos años que viene gestándose un saludable híbrido intermedio, que combina efectivamente el horror clásico con gags cómicos que alivianan las conocidas fórmulas, ofreciéndonos un producto nuevo para reír y a la vez taparnos los ojos y los oídos del miedo.
Parecido a lo que ocurrió en Paris, je t’aime -2006-, diez maestros del cine del terror unen fuerzas para construir Cuentos de Halloween, una serie de cortometrajes (o sketches) gore bajo la temática del Día de Brujas. Ningún episodio funcionaría por sí solo, pero es el hecho de presenciarlos en su conjunto lo que permite que el espectador baje sus expectativas, y se entregue de lleno al guilty pleasure que representan las tripas que vuelan por los aires, las cataratas de sangre y un sinfín de props y efectos especiales al servicio del fanático del cine de terror.
Y es que la película en su conjunto -y cada episodio individualmente- es en resumidas cuentas un enorme “gracias”, un tributo no al género en sí mismo sino al espectador habitué de éste; con una voz en off que va guiando capítulo tras capítulo -en claro guiño a los Cuentos de la Cripta- y con un montaje plagado de planos secuencia que le dan continuidad a lo que de lo contrario sería una fraccionadísima y casi quebrada línea narrativa, Cuentos de Halloween no se toma demasiado en serio a sí misma y se entrega sin buscar ser pretenciosa.
Lo interesante del film, más allá de la clave de comedia que sabe manejar de a intervalos (interrumpiendo las risas de vez en cuando con sustos inesperados) es la reinterpretación que hace de las distintas leyendas urbanas del folklore norteamericano, y cómo repercuten estas en los niños que las escuchan y las creen como verdades reveladas.
Nosotros ¿Creemos siquiera por un momento algo de lo que ocurre en pantalla? de ninguna manera. Pero ¿Disfrutamos de igual forma estos satíricos y terroríficos “Relatos Salvajes”? definitivamente. Hasta la última gota de sangre derramada.