El arte de fraccionar el miedo.
El terror como género cuenta con una profunda tradición en lo referido a antologías que recopilan un puñado de relatos de variada índole: podemos nombrar como ejemplos a Historias para no Dormir o los exponentes del rubro de la década del 60 de la Hammer y la American International, aquella Galería Nocturna (Night Gallery) del genial Rod Serling durante los 70, los recordados films Creepshow (1982) y Los Ojos del Gato (Cat’s Eye, 1985), la serie de TV Cuentos de la Cripta (Tales from the Crypt) en los 90, los capítulos de Masters of Horror, el largometraje Terror en Halloween (Trick ‘r Treat, 2007) -quizás el gran neoclásico de la década pasada- y la reciente Las Crónicas del Miedo (V/H/S, 2012) y sus secuelas de 2013 y 2014 (sólo la segunda es interesante, las otras dos son paupérrimas).
Si bien en Cuentos de Halloween (Tales of Halloween, 2015) sinceramente estamos muy lejos de las obras maestras de George A. Romero y Michael Dougherty, vale aclarar que el nivel promedio de estos diez cortos es bastante bueno y que la película en su conjunto se sostiene sin mayores problemas. La encargada de convocar a la decena de realizadores fue la belga Axelle Carolyn, esposa de Neil Marshall, director de la extraordinaria El Descenso (The Descent, 2005) y uno de los grandes apellidos del género de nuestros días (el británico también participa con uno de los mejores episodios del lote). Así las cosas, Carolyn hasta se dio el gustito de contratar a Lalo Schifrin para que componga la cortina de apertura y a Adrienne Barbeau -una legendaria scream queen de los años 80- como presentadora oficial.
Con respecto a los trabajos en sí, centrados en la noche del título, se deben considerar por separado para sacar las conclusiones del caso: dentro de la primera mitad, Sweet Tooth de David Parker construye con eficacia una leyenda infantil de un monstruo de las golosinas, The Night Billy Raised Hell de Darren Lynn Bousman -responsable de varios eslabones de la saga de El Juego del Miedo (Saw)- sube la apuesta a partir de un hilarante raid delictivo a manos del Diablo y un acompañante un tanto peculiar, Trick de Adam Gierasch -guionista de los últimos opus de Dario Argento y Tobe Hooper- nos presenta a nenes acuchillando a burgueses drogados, The Weak and the Wicked de Paul Solet es una venganza contra bullies vía un demonio, y Grim Grinning Ghost de la propia Carolyn ofrece más acecho suburbial.
La segunda parte del convite levanta ligeramente el entramado cualitativo: Ding Dong de Lucky McKee -autor de May (2002) y The Woman (2011)- funciona como un simpático ejercicio trash acerca de un matrimonio infernal sin hijos, This Means War de John Skipp y Andrew Kasch pone en primer plano una batalla ridícula entre vecinos, Friday the 31st de Mike Mendez es una parodia delirante del slasher y Jason Voorhees en particular, The Ransom of Rusty Rex de Ryan Schifrin también recurre al humor negro para focalizarse en un secuestro que sale muy mal, y finalmente Bad Seed de Marshall hace lo propio con una investigación símil CSI en torno a unos asesinatos cometidos por una calabaza psicópata. El tono bizarro/ jovial domina la acción, evitando las bobadas del mainstream contemporáneo.
De hecho, la realización recupera dos de los motivos principales de las antologías de antaño y los unifica en el núcleo del viejo arte de fraccionar el miedo; hablamos por supuesto de la cacería de víctimas apetecibles y del castigo a los mentirosos, estúpidos y los que abusan de su poder en general, a quienes les corresponden el calvario y la muerte. Aquí no hay lavada de cara para el público femenino ni las estudiantinas del found footage ATP, sino más bien una agradable serie de relatos que van directo al grano balanceando el clasicismo y una dosis de irreverencia. Desde ya que algunas historias merecían un mayor desarrollo y otras desentonan un poco, pero lo cierto es que se agradecen la entrada de Bousman y la segunda mitad en su totalidad, lo que redondea una propuesta satisfactoria y sumamente dinámica…