El tiempo, sus virtudes y sus defectos, su crueldad y su encanto. En fin, el tiempo es el leit motiv de esta conmovedora película dirigida por Richard Curtis y que a pesar de su efecto lacrimógeno de principio a fin, posee una magia que la hace única en su especie. A los 21 años, Tim (Domhnall Gleeson) se entera de que posee la habilidad genética de viajar en el tiempo, pero sólo puede aprovecharla para viajar a través de su vida, no a situaciones que nunca vivió. Tim es pelirrojo, poco agraciado y suficientemente torpe para ser exitoso, pero este don le brinda una nueva visión de su vida que utilizará para encontrar al amor de su vida. A minutos de empezada la película Tim conoce a Mary (Rachel McAdams) y comienza una historia de amor, donde, gracias a Dios, la histeria y la infidelidad brillan por su ausencia. Así es como Curtis, guionista de “Cuatro bodas y un funeral” y “Notting Hill” y director y guionista de “Realmente amor”, logra encajar todas las piezas para lograr una historia romántica con el ritmo perfecto. Aunque presenta algunas zonas confusas en la lógica espacio-tiempo, profundiza sobre la predisposición que se tiene para disfrutar de cada día y sobre la fórmula de la felicidad: vivir los días ordinarios de manera extraordinaria.