Estrenándose de manera pertinente días antes de su beatificación, llega Cura Brochero de Lorena Chuscoff y Pablo Gómez.
“Esta es una película con mezcla de documental”, dice el actor que en Cura Brochero interpreta al director de la película que están haciendo sobre ese personaje. Es curioso que en realidad, no sólo la película que llegó este jueves a cartelera no es ninguna mezcla de documental, es una historia ficcionalizada, sino que ni siquiera la que vamos a ver que ellos realizan lo es tampoco. Cura Brochero, dirigida por Lorena Chuscoff y Pablo Gómez, es una película sobre unas personas que hacen una película sobre el cura en cuestión.
Pero no sólo de Brochero se trata el film. Lo que quieren contar sus realizadores es la historia de un hombre, perdido en la vida, desesperanzado, que tiene la oportunidad de interpretar a esta figura y si bien su motivación inicial no es otra que el dinero, luego va conectándose hasta llegar a una resolución donde prácticamente la película le salva la vida.
Es interesante el juego del metalenguaje, la idea de no caer en el típico retrato de la figura principal. No obstante, más allá de una puesta en escena y dirección notables, las actuaciones son bastante pobres y es difícil mantener el interés durante todo el relato. El problema principal sea quizás que está dedicada al espectador creyente, demasiado dirigida a un público especial, y por momentos termina sonando más a panfleto. “Somos tus hermanos, estamos para cuidarte”. “Sí, la verdad necesito ayuda”. Es predecible, obvio y demasiado subrayado todo.
El atractivo principal que puede tener Cura Brochero es la de conocer un poco más (o conocer, al fin y al cabo, como al actor que antes de interpretarlo no sabe quién es) al cura gaucho, el cura del pueblo, que fue el primero nacido y muerto en nuestro país en convertirse en santo. Una película hecha a todo pulmón y con las mejores intenciones, pero demasiado cerrada y con actuaciones pobres.