El espaldarazo de Eastwood a Lorenz
Es la opera prima del joven director Robert Lorenz, que trabajó como productor ejecutivo de las películas de Clint Eastwood desde Los puentes de Madison y a partir de esa fecha también fue su ayudante de dirección.
Hacía casi 20 años (En la línea de fuego , 1993, de Wolfgang Petersen) que Eastwood no era dirigido por otro. Cuando concluyó Gran Torino , prometió que no volvería a actuar. Y si rompió ese compromiso, habría sido sólo para avalar la incipiente labor en la dirección de Lorenz.
Eastwood interpreta a Gus Lobel, un exitoso cazador de talentos de béisbol, que hace treinta años trabaja para los Atlanta Braves. Pero le está llegando el momento de jubilarse, porque sus ojos ya no le responden y tampoco posee las energías necesarias para lidiar con los contratiempos.
Eastwood compone aquí a un personaje que se asemeja al que interpretó en Gran Torino : un hombre viudo, solitario, terco, cascarrabias, mal hablado y un tanto enojado con la vida. La principal diferencia: en este caso es padre de una hija.
Se llama Mickey, tiene 33 años, es abogada, trabaja para un bufet de profesionales ultramaterialistas y está próxima a ser incorporada como socia. La madre murió cuando tenía seis años y desde entonces habría vivido diversos abandonos, que derivaron en otros tantos conflictos.
A pedido de Pete, el entrañable amigo de Lobel, Mickey acepta viajar a Carolina del Norte para acompañar a su padre en lo que supuestamente puede ser su último trabajo como cazatalentos.
El director utiliza ese viaje como excusa para sacar a la luz ciertos secretos familiares y observar si todavía es posible una reconciliación. Esto da lugar a varias secuencias donde la confrontación entre ambos alcanza picos de tensión y, a su vez, aportan un matiz de humanidad.
En realidad, esos conflictos o heridas del pasado sin restañar son las únicas sorpresas de esta propuesta fílmica. Para matizar un poco más la historia, el director añade un tercer personaje clave: un ex jugador de béisbol, alguna vez recomendado por Lobel, que tuvo que retirarse por una lesión y aspira a convertirse en comentarista.
Otros temas abordados por Lorenz son la confrontación entre el cazatalentos como especie en extinción y las nuevas tecnologías, y la búsqueda desaforada del éxito profesional, que suele afectar la calidad de las relaciones interpersonales.
La narración es clásica --es difícil que Eastwood admita otro estilo-- y la historia es previsible, convencional --mucho más lo es su resolución--, y está cargada de tópicos y estereotipos.
La película se sostiene básicamente sobre el carisma de Eastwood que, aun repitiéndose por enésima vez, aporta solidez a su personaje y a la propia historia.
Eastwood aparece acompañado por secundarios valiosos, como John Goodman (Pete), y por Amy Adams, una actriz de rostro dulce y luminoso, dueña además de una considerable fuerza expresiva, cuyo personaje también aparece lanzado a la búsqueda de un redención personal, pero por una vía que quizás el espectador no espera encontrar.