La nueva película del japonés Hirokazu Koreeda es un melodrama que apunta principalmente a la relación, tal como lo indica su título, padre-hijo. Con un tono intimista, tierno incluso si se quiere, y sutil, cuenta la historia de una pareja con un niño pequeño que de repente se entera que no es hijo biológico, ya que fueron cambiados al nacer.
A partir de esta dolorosa y difícil noticia, aparecen diferentes cuestiones. La primera, surge por el simple de hecho de preguntarse quién es realmente su hijo, aquel al que criaron, acompañaron, dieron cariño, o quien tiene la misma sangre corriendo por sus venas. La simple y compleja diferencia entre los lazos sanguíneos y los afectivos.
Por otro lado, está la otra pareja afectada, bastante más humilde pero que también criaron a quien le dieron como hijo con todo el cariño y afecto que supieron. Porque cada uno hace lo que puede como padre, y lo que cree que es mejor.
Y mientras el padre protagonista se vio siempre más preocupado por que su hijo tuviera todo lo que necesitaba y más, sin quererlo estuvo más ausente, y ve en la pareja opuesta algo que primero no le gusta (y por lo que se le llega a ocurrir incluso “comprarle” su hijo para criar él a los dos creyendo que por tener un mejor bienestar económico es un mejor padre), pero que con el tiempo lo hace reflexionar sobre su propio papel como padre.
Estas dos son las aristas principales de este melodrama, la calidad de los lazos creados entre una figura paterna y el niño, y las cuestiones sociales. En el medio, los sentimientos que se generan, los recuerdos, los intentos, la rabia, la impotencia, la incertidumbre, el hijo que se convierte en padre, el padre que quiere ser y no es...
Es difícil incluso ponerse en los pies de estas personas, imaginarse que algo similar le puede pasar a uno, por lo tanto es difícil también saber cómo van a reaccionar estos personajes. Pero sin duda el director apuesta al corazón, sin ser sensiblero y caer en clichés, si algo tienen sus personajes, es corazón, aunque a veces cueste demostrarlo.
Y así es la película. De dos horas de duración pero miles de preguntas, que se hace y que uno se hace al verla aunque éstas no estén formuladas, "De tal padre tal hijo" es una historia encantadora que explora diferentes cuestiones universales aunque parta de una premisa tan peculiar (y aterradora, porque sin duda lo es). Humana y serena, con algunos giros del guión que no hacen más que seguir explorándolo todo, una opción diferente y sin dudas muy buena para ir a ver al cine.