Cuando se trata de género de terror, sabemos que es más factible encontrar una producción floja que una agradable sorpresa, y no lo digo como prejuicio (de hecho es mi género favorito), lo digo porque aún en esta época con muy buenas cintas, sigue siendo el terror un negocio rentable que se produce a mansalva, y muchas veces producir a mansalva significa terminar haciendo cualquier cosa.
En Argentina, el terror siempre funciona bien -o casi-, y esa parece ser la única razón para que llegue a nuestro país una película como “Demonio de medianoche”, que en Estados Unidos fue lanzada directo a DVD/mercado doméstico hace dos años atrás, en 2016.
Travis Zariwny dirige y escribe esta película que es un remake de otra cinta irlandesa (de mismo título) realizada por Rob Kennedy. Para esta versión, Zariwny contó con la presencia de dos íconos del terror, Robert Englund -el ex-Freddy Krueger-, y Lin Shaye (“Insidious”), que enriquecen la pantalla al menos por un breve rato.
-La trama de “Demonio de medianoche” es bien simple. Alex vive en una antigua mansión donde cuida a su abuela, Anna, quien padece una enfermedad mental. Mientras busca un espejo de su abuela, Alex y su amigo, encuentran una caja en el ático que contiene un juego. Decididos a pasar una noche divertida, se ponen a jugar y terminan despertando a un demonio que los pondrá frente a sus peores miedos.
Nada nuevo que ver en “Demonio de medianoche”, una cinta que parece tomar algunos de los conceptos principales de “IT” (enfrentar a las personas con sus miedos), y algo de “Pesadilla en lo profundo de la noche” (un demonio simpático), pero sin lograr construir una propuesta sólida, fluida y con algo más de riesgo o inventiva.
Como película de terror barata que es, todo se desarrolla y resuelve en un escenario, la casona, sin exteriores y con un puñado de personajes que van entrando en acción de acuerdo a cuando el film los necesita. El hilo conductor, sin embargo, lo llevan los dos adolescentes, quienes cometen los errores necesarios para que “Demonio de medianoche” saque a lucir los sustos efectistas, las muertes violentas y otra tonelada de recursos trillados.
A Travis Zariwny no parece interesarle demasiado la forma. Todo esta realizado con la mecánica de lo predecible, lo obvio, y nunca se termina de desprender del molde del terror habitual.
El guion se queda rápidamente con pocas ideas dando vuelta, y entonces a Travis Zariwny no le termina quedando otra que intentar complejizar el tejido de la historia con los pliegues del pasado. Se incorporan flashbacks que rozan lo absurdo en ese intento de rebuscar el relato y estirarlo al máximo.
Probablemente uno de los mayores premios (o el único) que obtengamos en “Demonio de medianoche ̈ sea el de ver compartiendo escena a Robert Englund y Lin Shaye, dos leyendas del terror totalmente desperdiciadas por irrelevantes papeles.
Una película del montón. ¿Es entretenida? Solo de a ratos. Para ver y olvidar.
Fabio Albornoz (@fabioalbornoz)