Las chicas también se divierten
Probablemente el mayor defecto que expone Despedida de soltera -rara y malograda mezcla de Qué pasó ayer y Damas en guerra- sea que no distingue lo gracioso de lo simplemente ordinario o procaz. Este enredo que Leslye Headland trajo del off Broadway al cine y corresponde al capítulo de la gula en su proyecto dedicado a los siete pecados capitales tiene mucho de vulgaridad y bastante poco de gracia. Gira en torno de una boda, claro, y pone en escena a las ex compañeras de secundaria que serán las damas de honor de la novia más inesperada: la obesa y mansa Becky, que de ser la candidata menos pensada para llegar al altar antes que sus amigas resulta la primera favorecida por el azar. Las especialidades de las chicas -aparte de los tragos, el sexo y las drogas, a los que dedican sus principales energías y casi todas sus conversaciones- son la maledicencia y la diversión a costa de otros, incluso sus amistades. Y la oportunidad de ponerlas en práctica llega con la despedida de soltera que se encargan de preparar. La pobre Becky quiere una fiesta tranquila; como podrá imaginarse, las tres ex compañeras no están muy de acuerdo, ya que lo menos que puede esperarse de comedias como ésta -y ese objetivo parece estar todo el tiempo presente en la mente de la libretista y directora- es el atrevimiento, la crudeza y la desfachatez indispensables para demostrar que han sido capaces de llegar más lejos en esos terrenos que los más celebrados exponentes de esta rendidora "incorrección".
Total que, además de las esperadas borracheras y sus desagradables consecuencias y de la esperada dosis de desenfreno sexual, la fiesta deriva en otras complicaciones, como por ejemplo el casi irrecuperable estado del vestido de la novia, corolario de una de las muchas salvajes ocurrencias de sus temibles damas de honor. Habrá que moverse a toda velocidad y tener la suerte de encontrar la ayuda indispensable para que la reparación se haga a tiempo y Becky pueda tener su boda, mientras las otras tres se las arreglan para encarrilar un poco su actualidad afectiva.
Más allá del desenfado con el que Lizzy Caplan, Rebel Wilson, Isla Fisher, Kirsten Dunst y el resto del elenco se prestan al juego, y de alguna esporádica situación risueña, lo difícil en Despedida de soltera es encontrar algún rasgo de verdadero ingenio. Esa carencia, en todo caso, intenta ser compensada, sin demasiada fortuna, por la velocidad impuesta a la acción.