A simple vista, Días de ria puede parecer otra película reaccionaria deleznable sobre una venganza. Gerard Butler parece tener una vida común y corriente hasta que dos hombres llegan a su casa a robarle y violan y matan a la esposa y a la pequeña hija del protagonista. Uno de los atacantes, el más malo, consigue un trato para declarar en contra de su compañero y conseguir una condena reducida. La furia se macera diez años en la sangre de Butler hasta que se desata en las narices del fiscal que tuvo que hacer aquel trato con los acusados. Pero las cosas no son tan lineales en el universo propuesto por F. Gary Gray, uno de los artesanos más efectivos del Hollywood actual. Días de ira parece correr a la justicia por derecha, pero la película se oscurece por completo, al punto en que se vuelve imposible distinguir buenos y malos, y se vuelve cada vez más atractiva. Pero sería injusto destacarla sólo por esa mirada que esquiva maniqueísmos y no tener en cuenta que se trata de una gran película de acción.