Con la idea de empezar de nuevo
Este octavo largometraje de Sorín parece ser una continuación de Historias mínimas , con casi el mismo escenario --la Patagonia, con su soledad, sus vientos y su misterio--, pero con otros personajes. Algunos interpretados por actores profesionales y otros, por lugareños, que se representan a sí mismos.
El protagonista es Marco Tucci, de 52 años, que vive en Buenos Aires, pero es oriundo de Bahía Blanca. Desde hace veinte años se desempeña como viajante de comercio para una empresa alemana, aunque teme perder el trabajo porque los avances tecnológicos permiten realizar las ventas a través de Internet y eliminar intermediarios.
Marco viaja a Puerto Deseado con cuatro objetivos: consolidar su abstención alcohólica, después de haber realizado un tratamiento con ese propósito, aprender a pescar tiburones, reencontrarse y, eventualmente, reconciliarse con Ana, su hija, a quien no ve desde hace largos años, y conocer a su nieto.
La idea de Marco es "empezar de nuevo", recuperar aire, encontrar un "espacio sanador" y exorcizar su imagen de "padre ausente". Si concreta o no estos objetivos, eso forma parte de la historia que debe descubrir el espectador.
En el trayecto se encuentra con personajes que van completando, por afinidad o por contraste, la figura del protagonista. Por caso, un entrenador de boxeo, interpretado por Oscar Ayala, que fue el primer entrenador de Jorge "Locomotora" Castro.
También a los miembros de una familia de colombianos delirantes lanzados a conocer el mundo, y un instructor en materia de pesca de tiburones. Lo cierto es que para Marco este será un viaje iniciático y en más de un sentido.
Se sabe que el alcoholismo es más causa que consecuencia de conflictos personales, y quizás por eso, durante todo el desarrollo de la historia, el espectador teme la recaída del protagonista, porque van ocurriendo situaciones que pueden reconducirlo a esa instancia.
En todo momento Marco ofrece una leve sonrisa, que no se sabe si es auténtica y si simplemente está combatiendo una angustia reprimida. Sorín ha dicho que su personaje "actúa ser feliz", lo que no significa que sea feliz.
La película registra muchos silencios, aún más que Historias mínimas (2002) o El perro (2004). Silencios puestos por el director para dar tiempo a reflexionar sobre la historia o para que el espectador los llene con sus propias impresiones y/o deducciones.
Alejandro Awada se desenvuelve como si el guión hubiese sido escrito para él o que él fuera realmente el personaje. Hay una identificación total, tanto en sus acciones, en sus intentos por ser coherente, incluso en sus frustraciones. Aunque muy en el fondo siempre brilla una leve luz de esperanza.
Como dato anecdótico se puede agregar que Días de pesca se estrenará el próximo 26 de diciembre en París, donde la película se verá, quizás, como otra curiosidad del cine argentino.