El amor y otras cuestiones.
Esta comedia parece provenir de una idea buena que no pudo transmitir en el guion lo que fue la experiencia directa con el tema. Vienen a la memoria los casos de tantos cineastas que aprenden sobre realismo en el documental para recién entonces poner un pie en la ficción. No es el único camino, aunque a esta película sin duda le sobran esquemas, personajes y situaciones demasiado prefabricados.
Un matrimonio de ricos burgueses debe acompañar el casamiento casi consecutivo de tres de sus hijas. Pero lo que podría ser motivo de encabalgadas emociones no lo es. Ellas se han enlazado con un chino, un musulmán y un judío, respectivamente. Aunque el suegro tripartito asegura admirar a DeGaulle (paladín de la democracia en Francia), una parte de su corazón le juega recurrentes malas pasadas. Le nace la xenofobia, la enfermedad de la pureza, y la mecha empieza a correr. En un parpadeo, los semitas (el árabe y el israelí) se están peleando en mitad del almuerzo, mientras el chino espera su turno para tomar partido en la discusión. Religión, dinero, política, nada les sienta bien y no encuentran una manera diferente de compartir.
La suegra, un poco más consciente, acude al psicólogo para desentrañar el "miedo ciego a lo desconocido" sin intuir aun que se acerca un nuevo desafío. La cuarta y última heredera también tiene sentimientos y está compartiéndolos en la cama con un africano. Para colmo, también con amor en el medio, por lo cual el secreto se empieza a correr y el anuncio de una nueva boda termina de cargar el ambiente.
Rápidos de reflejos, los distribuidores de cine le abrieron la puerta a este filme que decora sumisamente los tiempos de Charlie Hebdo. Es un pasatiempo aceptable, pero tal vez los méritos propios no le hubieran alcanzado para ganarse el mismo lugar en las salas del planeta.
El filme busca algunas variantes para entretener como son la lujosa escenografía, la música, la vestimenta, la fotografía de paisajes de la campiña y hasta una incursión por la cultura africana que se parece a un montaje de escenarios más que a una genuina excursión a la diferencia.