Cuando tu vida va por un camino y hace años que lo recorres te acostumbras. No importa si te gusta o no, es casi imposible cambiar, más si el mundo te considera una estrella de Rock.
Dan Fogelman toma una historia real (Steve Stilson, 1971) y crea un relato divertido y sensible rodeado de grandes actores. Al Pacino le da vida a Danny Collins, un cantante de Folk que pegó un tema que todos aman y llenan estadios para verlo y escucharlo cantar. Luego de su cumpleaños su mejor amigo y representante (Christopher Plummer) le entrega un regalo, una carta que John Lennon le había escrito hace más de cuarenta años y esto hace que Danny se replantee toda su vida, porque vivir a base de drogas, alcohol y mujeres mucho más jóvenes que él, a su edad, no da. Para esto decide hacer un viaje en el cual quiere conocer a su hijo, producto de los excesos y ahí empezar a arreglar su vida.
Gracias a la gran capacidad de Al Pacino hace pasar a Danny del humor al drama en segundos y con la compañía de Annette Bening, la gerente del hotel a la que quiere enamorar pero ella no está interesada, Bobby Cannavale, su hijo y su gran “problema” y Jennifer Garner, la nuera, hacen que a la película no le sobre ningún minuto.
En la carta de Lennon, el cantante le pedía a Danny que siga siendo fiel a su estilo, a su música y pensamientos, cosa que no hace, porque se enamoró de la plata y de todo lo que viene con ella, dejó de escribir y empezó a cantar lo que le daban, la carta lo ayudó a entender que su vida había sido una gran mentira. Él trata de arreglar su pasado, de volver a quererse, de volver a enamorase, aprender a ser padre, suegro y abuelo y para eso necesita entender qué es la familia, aprovechando al máximo a Al Pacino, riéndose de sí mismo, haciéndonos reír y emocionar a todos. Sin dudas se pasa un gran momento, no te vas a aburrir y te das cuenta que nunca es tarde para volver a empezar.