Esta co-producción entre Argentina y Brasil, nos ubica a fines de la década del treinta, presentando a Dolores (Emilia Attias) como una argentina que, a partir del fallecimiento de su hermana mayor, regresa de Escocia para instalarse en Los Ombúes, la estancia familiar.
Allí se reencontrará con su cuñado Jack (Guillermo Pfening), quien a partir de su vuidez, cae en el vicio del alcohol y descuida tanto el progreso de la estancia, como la estabilidad de su familia. Pero Jack no vive sólo en la estancia, vive con su hijo y con su hermana mayor (Mara Bestelli), la más reticente a las ideas que Dolores propone para mejorar la situación económica del lugar.
Sin embargo, a medida que la trama avanza, nos enteramos que la tensión familiar es producto de un antiguo amorío entre Jack y Dolores, quienes por razones obvias, no pueden estar juntos. Además de esta historia amorosa, la película de Juan Dickinson propone un trasfondo bélico -recordemos que estamos en plena Segunda Guerra Mundial-, que funciona en paralelo a la historia entre los protagonistas: tanto la relación de éstos, como la guerra generan inseguridad, miedo, dudas, y sobre todo incertidumbre.
En ese contexto, aparece en escena un segundo hombre: Octavio (Roberto Birindelli), de origen alemán, cuyo fin será la conquista de Dolores, mientras se enfrente al inglés Jack, que luego parte a la guerra, para distanciarse de su cuñada, y para volver a sentirse útil y valiente.
La película se presenta como la historia de “Una mujer, dos amores”, haciendo clara referencia a los dos personajes ya mencionados; personalmente considero que esta descripción en realidad podría relacionarse, además de a Jack, a la personalidad de Dolores. Ella es un mujer intrépida y valiente, que le escapa a la idea de la mujer sumisa, callada, dedica al hogar, que sobre todo en esa época, primaba en los núcleos familiares. Si bien ama y sufre por Jack, su papel dentro del film va más allá de la novela amorosa; se presenta como aquella persona que aporta otra visión del mundo, que a partir de situaciones desafortunadas, utiliza su ingenio para resolverlas mediante sus propias reglas, que aplica incluso a su vida privada y sentimental. En ese sentido, los dos amores podrían ser el amor que siente por Jack, y el amor por esa mujer, fuerte y libre que ella crea.
Más allá del interesante planteo que Dolores brinda, la película se torna densa y aburrida en determinados momentos, en especial por el manejo que los actores hacen del guión, cayendo en tonos solemnes, al punto de parecer parlamentos recitados sin ningún tipo de emoción.
En conclusión, además de las fallas en cuanto a nivel autoral, Dolores brinda un buen abordaje de época, que acompañado por las actuaciones principales, resulta una película interesante para ver y debatir.