En un desafortunado intento por sumarse al remanido recurso de la cámara en mano y el documental apócrifo que promete echar algo de luz sobre las tinieblas fantasmagóricas de los espectros que se niegan a dejar nuestro mundo, Emergo, tal es el nombre original de la cinta escrita por el mismo guionista de Enterrado, es un cúmulo de estereotipos, lugares comunes, sobreactuaciones y efectos especiales demasiado caseros.
Aquí poco importa el origen de lo que sucede en el departamento 143. Los algo extensos ochenta minutos de metraje se centrarán en un grupo de investigación paranormal que intentará registrar los fenómenos que allí se producen. Valiéndose (cuando no) de varias cámaras de seguridad, censores de movimiento, lentes infrarrojas y medidores de campo magnético, “profesionales” y familia acosada tratarán de dejar constancia de las llamadas que reciben, de los temblores que se producen en el edificio, de las sombras que se pasean por las habitaciones y de los inexplicables cambios en la temperatura ambiental. Nada que en un breve epílogo y casi a las apuradas, uno de los personajes no pueda explicar desde la racionalidad para luego dar paso a un cierre que de terrorífico tiene poco y nada.