Se estrena Dos amores en París, escrita y dirigida por Eric Lavaine, una comedia romántica de enredos que pone en el centro a una mujer con problemas para tomar decisiones.
Juliette tiene unos cuarenta años y lleva una vida en la que no se hace responsable de tomar ningún tipo de decisión. Una amiga le dice cómo vestirse, otra cómo peinarse, su padre decide por ella en cuestiones más personales (incluso es quien le da trabajo) y hasta decisiones como qué comer en un restaurante terminan siendo tomadas por la persona que la acompaña. Si bien, por alguna razón, llegó hasta esa edad cómoda con este tipo de vida, al mismo tiempo le impidió poder tener una pareja duradera.
Luego de que otro hombre más la deje por su incapacidad para tomar una simple decisión, deprimida y desesperanzada, es que por consejo de sus amigas decide volver al ruedo. Así, tras una situación confusa, conoce a un guapo y educado escocés que, después de tener sexo, resulta que está comprometido con otra. Decepcionada una vez más, una noche de fiesta salvaje, o lo que pretendía serlo, termina conociendo a un profesor de cocina que inmediatamente hace además buenas migas con su padre. Y cuando todo parece ir encaminado para ella de una vez, regresa el escocés perdidamente enamorado y habiendo dejado a quien iba a ser su futura mujer.
Así, Juliette se encuentra frente a un dilema que requiere una decisión: ¿con cuál de los dos quedarse? Y sin saber cómo manejar esa situación simplemente va dejándose llevar, como si esperara que algo de afuera lo solucionara por ella. Entonces, de repente, se encuentra preparándose para dos bodas que, casualmente, incluso tienen la misma fecha.
Dos amores en París está llena de encuentros y desencuentros y de situaciones inverosímiles y forzadas. Las pocas probabilidades de situaciones como, por ejemplo, que dos personas aparezcan a la misma hora en el mismo lugar, a ella le suceden todas juntas, una detrás de otra. Lavaine apuesta a una comedia desenfadada, pero se la siente poco inspirada, queriendo ser una comedia cuyo humor ni siquiera logra funcionar la mayoría de las veces.
Mientras los personajes masculinos están más bien estereotipados, hay un par de secundarios, por ejemplo las amigas de la protagonista, que aportan algo de frescura al relato: la liberal, que se la pasa teniendo sexo con desconocidos, y la más estructurada, casada con un hombre que no trabaja y se queda en el hogar cual amo de casa.
Por cierto, Juliette conoce muy bien la razón de este problema (el no poder decidir) que surgió cuando perdió a su madre tempranamente, pero tampoco se ahonda mucho por ahí.