La mejor película de Daniel Burman no deja de ser una obra en esencia fallida y carente de encanto. Resulta muy hilarante que el realizador todavía no pueda armonizar su típica ensalada compuesta por el melodrama familiar, la comedia costumbrista, los “modismos Woody Allen” y una estructura narrativa deudora del Hollywood clásico. Por supuesto Antonio Gasalla y Graciela Borges están bien pero tampoco hacen milagros. El cómico arrastrará un público televisivo que se confunde fácil, la crítica obsecuente continuará en lo suyo y unos cuantos saldrán ofuscados de la sala por un final increíblemente simplón. Es que estamos hablando de otro de esos cineastas argentinos que no saben construir proyectos para el mercado local, sólo por una cuestión de percepción cultural films de esta cepa pueden ser premiados en los distintos festivales internacionales...