La espía que amó
Georg Maas, se sitúa en la Europa de la década de 1990 para indagar en las consecuencias del nazismo. Y con una técnica narrativa impecable, plantea el drama a modo de “thriller”.
Inspirada parcialmente en un caso real, esta película es un thriller dramático de excelente factura, atrapante y para seguir con mucha atención por su inteligencia para exponer hechos intrincados. Además es una lección comprimida de historia del siglo XX, útil para estudiantes y docentes, juristas, miembros de organizaciones de derechos humanos, entre otros actores sociales.
La historia gira en torno a una figura femenina cuyo secreto se va develando en una moderada hora y media de relato. Al principio se sabe que puede está vinculada al espionaje, y se la ve recibir presiones de uno y otro bando para atestiguar en un juicio ecuménico. Pero además hay una línea emocional muy fuerte porque esa persona construyó familia bajo una identidad falsa.
El cuadro de situación involucra a las organizaciones Lebensborn, creadas por los nazis para asistir a esposas de los SS y a madres solteras, ayudando así a la expansión de la raza aria en el mundo, y que también tuvieron injerencia en los países ocupados por Hitler. Esto último, a cuento de que en muchos de esos destinos los soldados tuvieron hijos con las mujeres locales, las cuales tras ser signadas como "madres de la vergüenza" por sus compatriotas fueron despojadas de sus vástagos por los alemanes, quienes extraditaron a los niños a sus propios orfanatos.
La impecable narrativa, la gran técnica cinematográfica y varias grandes actuaciones, entre las cuales se cuentan el protagónico de Juliane Kohler (muy popular en su patria) y el regreso de la sueca Liv Ullman al largometraje (desde 2009) llevaron a este filme a ser presentado por Alemania para al Oscar a mejor producción extranjera de 2014, aunque no quedó como finalista. El camino hubiera sido similar al que trazó La vida de los otros en 2006, la cual tocando un tema muy cercano sí se alzó con esa estatuilla.