La nueva película de Olivier Assayas es un retrato sobre el estado actual del mundo editorial y, al mismo tiempo, sobre las relaciones sentimentales de un grupo de adultos en Francia.
El trabajo más reciente del director y guionista Olivier Assayas es una película bastante distinta a lo que había hecho en los últimos años, al menos a primera vista. Después de los dramas con aires inquietantes de El otro lado del éxito y Personal Shopper, incluso tras la película que escribió dirigida por Polanski, Basado en hechos reales, Doubles vies viene a traer un poco de aire fresco a su filmografía después de tanto intentar profundizar en las identidades personales.
La historia es simple. Las historias, mejor dicho. Son dos parejas del mundo intelectual y las relaciones que se van entretejiendo entre ellos o con otra gente. Por un lado, Assayas retrata las vidas de estas parejas, sus vueltas, sus infidelidades, las relaciones emocionales y los enredos de estos personajes que superan ya la barrera de los cuarenta; y por el otro, expone un retrato del actual mundo literario y eso le sirve como excusa para que sus personajes cuestionen y reflexionen sobre la situación actual. ¿Se lee más, se lee menos? ¿Cualquiera es escritor? ¿Para vender libros hay que transformarlos en ebooks? ¿O peor, en audiobooks?
Un escritor que sólo puede escribir desde sus propias experiencias amorosas aunque no lo reconozca demasiado, un editor que necesita sobrevivir en el mundo editorial y por lo tanto prestarse a las reglas de un juego que va cambiando, una actriz que no puede despegarse del papel que interpreta en una serie televisiva y una mujer que trabaja en relaciones públicas junto a un político, son los personajes burgueses que van y vienen durante toda la película. Si bien entre estas parejas habrá varios enredos amorosos, los diálogos grupales no suelen ir por ese lado.
El film está compuesto de largas escenas dialogadas. En ese sentido, se siente un poco teatral. Es un Assayas que aunque retrate a un grupo de intelectuales lo hace sin tomarse tan en serio, tal como acostumbraba. Y los actores (con un elenco compuesto por Guillaume Canet, Juliette Binoche y Vincent Macaigne) se prestan a ese juego sin nunca mostrarse forzados, siempre convincentes aun tras los extensos e irónicos diálogos que pasan de la frivolidad a lo intelectual.